“la esperanza te da confianza, la desesperación te destruye”
Ken Loach
Por: Jorge Tadeo Vargas
Una de las constantes del gobierno federal actual, además de los recortes presupuestales en áreas estratégicas, son los llamados planes de justicia para los pueblos originarios y los planes de restauración y/o recuperación ecológica, estos se presentan principalmente en las zonas de sacrificio o en las regiones de emergencia sanitaria y ambiental (RESAs) que es el nombre que se la ha dado desde este gobierno a lo que generalmente llamamos zonas o regiones de sacrificio.
Si bien estos planes no son algo nuevo o sacados de la idea de transformación de la 4T, si son en este gobierno donde más se ha hablado de ellos, incluso llevando a las comunidades a un estado de esperanza de que por fin sus demandas serán escuchadas, con lo que finalmente algo se podrá recuperar de su salud ambiental, muy dañada por el modelo de producción-consumo.
Ahora, si vemos aquellos planes –principalmente los planes de justicia- que ya fueron aprobados y “consensuados” con las comunidades, ninguno se ha implementado aún, principalmente por la falta de presupuesto para hacerlo, además de no tener una claridad sobre qué dependencia será la encargada de liderar la implementación, al incluir temas tanto de derechos humanos, socio-ambientales, económicos, es complicado el trabajo transversal y multidisciplinario. Por lo tanto –y como siempre resulta- al momento de escribir esto, los planes de justicia han quedado solo en papel, eso sí con un protocolo de presentación a los medios muy exitoso, pero que no pasa de ahí, los pueblos originarios siguen siendo segregados de forma sistémica y esto se mantendrá, desde la lógica del capitalismo tardío actual.
Por lo que vemos los planes de justicia no están funcionando y esto se debe a múltiples motivos, que dan para una columna como esta, sin embargo, no es mi intención hablar de ellos, no tengo la información suficiente, además que mi interés es responder el título que lleva esta columna: ¿Podemos pensar en una verdadera recuperación ecológica desde el capitalismo? ¿Es viable poner en marcha planes de restauración, recuperación y/o remediación de los ecosistemas dañados sin cambiar de raíz el modelo de producción-consumo?
No hay mucho que pensar, la respuesta es un rotundo NO. No existe una forma de llevar a cabo estos planes de forma exitosa, si no se hace una profunda reconversión del modelo que sostiene el sistema de clases actual, es decir sin una transición justa, ecosistémica y anticapitalista, el éxito de estos planes es nulo.
Para ejemplificar esto pondré un par de ejemplos que me parece que dan claridad a lo que escribo:
El derrame tóxico en la cuenca del Río Sonora: este derrame ocurrido en la cuenca del Río Sonora, producido por un accidente en la mina Buenavista del Cobre, perteneciente a la empresa minera Grupo México, puso las miradas de mucha gente en esa cuenca, de los cual se han derivado demandas muy justas de una recuperación/remediación de los ríos Sonora y Bacanuchi, que fueron los más afectados por el derrame, estas demandas no han tenido mucho eco en los gobiernos tanto estatal como federal, aunque se reconoce el daño, hasta hace muy poco se planteó un plan de recuperación/remediación para la región, teniendo como base el derrame ocurrido en la mina que se encuentra en la cuenca alta, perteneciente al municipio de Cananea.
Esto no es malo, se debe buscar cómo remediar este problema, pero si tomamos en cuenta que las actividades productivas de esa región, principalmente en la cuenca alta y media, son actividades extractivas como es la minería, la agroindustria y la industria pecuaria masiva, por lo que pensar que toda la contaminación en la región se debe al derrame de una sola mina –seguro que muchos otras minas en la cuenca han tenido derrames similares de menos impacto- es reduccionista como mínimo y por supuesto, no se ve de forma integral los demás impactos que se están generando por el modelo. Esto es mucho más claro cuando se lee el informe presentado por SEMARNAT y elaborado por el Instituto de Ecología y Cambio Climático (INECC) donde de forma tendenciosa se pasa por alto toda la problemática socio-ecológica en la cuenca, para señalar a Grupo México como único culpable, lo que hace que cualquier acción de remediación no sea viable.
Otro ejemplo que es mucho más complejo que lo que pasa en la cuenca del Río Sonora, pues aquí se mueven mayores intereses, además de ser una de las más grandes regiones de sacrificio, no solo en el país, sino en todo el continente, es lo que ocurren en la llamada región tolteca perteneciente al Valle del Mezquital, donde desde hace algunos años desde el gobierno federal ha estado planteando en las comunidades la idea de un plan de recuperación ecológica para esta región. Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿Es posible lograr esa recuperación ecológica en la región tolteca? La respuesta es –de nuevo- un rotundo NO, las mismas características y condiciones que debe tener una zona de sacrificio no lo hacen viable. Hago énfasis en el “debe tener” porque precisamente estas zonas son pilares que sostienen el capitalismo, por lo cual sin ella este no podría sobrevivir. Desde aquí podemos entender que cualquier acción que presente el gobierno –de la mano de investigadores cómplices que se prestan para esta farsa pensando más en sus “papers” que en ser honestos con las comunidades- son solo placebos, que no van al problema-raíz y que incluso estos placebos pueden a largo plazo ser muy peligrosos para los ecosistemas ya dañados.
Digamos –por ejemplo-que dentro del plan de recuperación/remediación se tiene un eje donde se incluya a las cuencas hidrográficas de la región ¿Qué se haría con toda el agua residual que se va juntando desde la Ciudad de México hasta su destino final en la Presa Endho y que ha sido por década la forma de gestión de estas aguas residuales? Digamos que se apuesta por plantas tratadoras de aguas, no solo negras/urbanas sino también industriales ¿Qué se haría con la enorme cantidad de residuos altamente contaminados que saldrían de este proceso, donde sería su disposición final? Si tomamos en cuenta estas preguntas y vemos lo que se hace actualmente, vemos la imposibilidad de un verdadero plan de recuperación de estas cuencas. A lo mucho se podría apostar por crear ecosistemas de mosaico, que con el paso del tiempo modifican el entorno acabando con los territorios y su patrimonio biocultural ¿Es a lo que tenemos que apostar? El capitalismo parece responder esta pregunta de forma afirmativa, las comunidades no saben del riesgo que ha sido minimizado por ONGs y centros de investigación más ocupados por el recurso que por ir al problema-raíz.
Lo mismo que pasa con los ríos, lo vemos con el aire. Una región que tiene tres de las industrias más dañinas para la salud ambiental y humana como lo es la refinería, la termoeléctrica de ciclo combinado y la cementeras, no tienen cómo restaurar el aire, es imposible y no se puede dar sin una modificación real del modelo, lo cual no se plantea en los planes de recuperación/remediación.
Esto no deja de ser triste pues desde el gobierno federal se está jugando con la esperanza de las comunidades de que finalmente se puede lograr algo de sus demandas en defensa de la salud ambiental. Una forma de no solo parar a los propios movimientos, sino de legitimarse como un gobierno que se preocupa por el bienestar, cuando lo que es en realidad la continuidad de los gobiernos anteriores, solo que esta vez lo hace disfrazado de inclusión, preocupación y muchos otros adjetivos que solo quedan en palabras.
Las regiones de sacrificio solo pueden desaparecer si desaparece el sistema de clases actual –capitalismo tardío- pero desde la mutación al neofeudalismo tecnócrata que se está dando sino hacia otras formas mucho más alejadas de la economía actual y más cercana a las comunidades y los ecosistemas. Por lo tanto, hay que tener claridad cuando pensamos en la defensa del territorio y en la recuperación ecológica, la cual no se pueden pensar desde el capitalismo, por lo que cualquier acción que no parta de principios como la comunalidad, el cooperativismo, el apoyo mutuo, los enfoques ecosistémicos, el anticapitalismo más cercano al anarquismo, está condenada al fracaso.
Junio, 2024
Desde el (auto) exilio en los bosques de Klatch City
Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.
Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.
A veces viaja a Mundodisco
Imagen principal: Presa Endhó, tomada de La Silla Rota.