Al día 07 de marzo, no hay aranceles vigentes para México. Eso, ya de entrada, es una magnífica noticia que la presidenta compartió ayer.
Para que eso sea así hay muchos factores, por supuesto. Las cadenas comerciales están tan intrínsecamente relacionadas que el gobierno de EU no puede tomar una medida sin que esto afecte a las propias empresas norteamericanas, de manera especial a las automovilísticas, pero no solo. Apenas unas horas habían pasado de la entrada en vigor del 25% y ya los grandes emporios empezaron a llamar a la Casa Blanca.
Luego la comunicación de ayer, donde la presidenta Sheinbaum le enseñó la tarea: reducción en el tráfico de fentanilo, control de la frontera y captura de altos jefes de la mafia. Le recordó, por supuesto, el envío de casi 30 capos de diversa índole para ser juzgdos allá.
Se puede argumentar que se violaron protocolos con ese envío, y que la aprehensión de líderes y droga se deben solo a la presión del fantasma arancelario. La verdad es que la estrategia de este gobierno en temas de seguridad es distinta a la anterior desde un inicio.
Pero la partida que va ganando Claudia, a la que hace referencia el título de este texto, es a su proyección política. Hacia dentro y hacia afuera.
Veamos: ante el anuncio de los aranceles en enero, respondió con un vamos a esperar, hay que tener la cabeza fría. Cuando se pospusieron un mes, hacia inicios de marzo, dijo con calma: tenemos plan b y plan c y plan d,
Calculadora, responde con tranquilidad pero con firmeza. Cuando vino lo del Golfo de California, le recordó a Trump que el territorio se llamó América Mexicana. Cuando entraron en vigor los aranceles, ella responde con un “nos vemos el domingo y ahí les anuncio las contramedidas”.
Durante este tiempo, Gustavo Petro se dio un buen trence tuitero con el presidente empresario. El señor de Ucrania fue vilipendiado en la Casa Oval y el gobernador (así le dicen) de Canadá un día hace berrinche y el otro hace pucheros. Claro, todas son circunstancias distintas, pero los hechos ahí están.
Con su temple casi matemático, con el método de revisar todas las opciones a cada paso, con una estricta economía discursiva, Sheinbaum ha demostrado saber llevar a buen puerto, hasta ahora, los jaloneos con un imprevisible Trump, lo que la proyecta como una líder sobresaliente no solo a nivel continental.
Y si ya tenía el 85% de aprobación antier, no quiero saber a donde va a llegar…
Ahora que, si nos salimos de la convención, falta lo que falta.