Es verdad que la escritura es una forma de construcción. Para unxs, el arte de escribir es verter el corazón en un puño de letras; para otrxs, es revolución, comunicación y liberación del alma en un mundo eclipsado por el caos. La escritura literaria tiene, entonces, una voz y un cuerpo, pero además tiene género e ideología. Sor Juana Inés de la Cruz, la primera mujer mexicana en cosechar su voz en el ámbito político y filosófico, nace un 12 de noviembre de 1648 y se hace de su propia arma: la poesía.

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Por siglos, el arte de escribir fue conquistado por figuras varoniles que se perjuraban descubridores de la verdad, seres bendecidos por el contacto divino; todo lo contrario a la mujer, quien es el ser construido, la musa o sencillamente ignorada. Mujer ciega distante de la realidad vivida. La relación entre la cultura escrita y las mujeres ha estado sesgada por la desigualdad, la jerarquía social, la estigmatización, los estereotipos de género, entre otros, y ha desencadenado una lucha por la conquista de la palabra.

Poco se sabía que en sus mentes era donde se creaba la vida, no solo en sus vientres. Sor Juana Inés de la Cruz desafió las leyes impuestas y fue tildada de hereje por ser tan capaz como un hombre de razonar sobre el mundo natural. Más allá de su célebre y bella poesía, la escritora instauró una filosofía caracterizada por el cuestionamiento de asuntos teológicos, un acto de insubordinación en su época, convirtiéndose así en una rebelde, una mártir de la iglesia y efigie de la ciencia. Todo por correr tras su identidad y libertad.

Así encontró su camino en la escritura, un medio cuya participación femenina se había visto limitada a la oralidad y lo doméstico. Pero es gracias a Sor Juana y todas las escritoras que abrieron espacio para otras que se cuestionó lo establecido. Entonces, en palabras de Kalinda Marín, la poesía no es algo superfluo o decorativo, sino esencial para la vida humana. Crea una forma de percepción y de conciencia que nos ayuda a imaginar y alcanzar nuestros propósitos. Sin embargo, también crea una filosofía y es vehículo para construir una identidad. Es un silencio con cuerpo y alma que se materializa en un mensaje, hace de lo íntimo algo público.

En 1690, una disputa por poco le costó la vida de letrada a la Décima Musa, cuando escribió Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. Esta carta está dirigida al obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, quien publicó una crítica privada de Sor Juana. El obispo la elogia por su maravillosa retórica, pero le recomienda continuar con su vida monástica, más acorde a su condición de monja y mujer que a la reflexión teológica. Tal crítica bastó a la poeta para exclamar un grito de coraje, señalando irónicamente: “pero, señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito (…)”

Cuando la creatividad de las mujeres se expresa a través de la escritura, incomoda y perturba. Su identidad se vuelve activa y empieza el cuestionamiento al sistema. Cada gesto de una mujer que escribe se interpreta como un acto de transgresión, pues entra en un terreno prohibido. La escritura femenina no solo enuncia, también transforma. Subvierte los discursos patriarcales, de odio y de silencio. Cambia mundos enteros.

Sor Juana fue una firme defensora del intelecto femenino y el acceso a una educación igualitaria. Ella declaró que la inteligencia no tiene género y el estudio sirve para ignorar menos. ¿Dónde está el delito? Sor Juana no solo argumentó con palabras, sino que su propia vida es huella imborrable de la grandeza de las mujeres. Por medio de su obra, logró cambiar un poco lo establecido, en una época donde la mayoría de las escritoras vivía en el anonimato.

Poco a poco, la presencia femenina en el arte de escribir fue ganando más visibilidad. La «literatura escrita por mujeres» visibiliza la carga simbólica que se les da a las intimidades, trae a la superficie las desigualdades y violencias. De ahí surge la necesidad de expresar este espacio como de liberación y formación. La literatura debe de ser un campo libre donde toda mente sea capaz de plasmar su corazón. Una manera de luchar contra la opresión del espíritu de las mujeres, un espacio que es posible deconstruir si se lucha por ello. El silencio solo destruye. No te calles. Todo poema, novela, cuento, historia, y más hecho por nosotras, va a quemarlo todo. Sor Juana y su pluma cambiaron el paradigma de la historia y su revolución será eterna.

Foto principal: Ana Victoria Valdez – @anaaaa.vic



Por: Ana Victoria Valdez Cruz* | Girl Up México

* Ana Victoria Valdez Cruz es parte de la comunidad de Girl Up México, una organización liderada por juventudes que capacitan, inspiran y conectan con otras activistas por la igualdad de género. Haz clic aquí para leer más sobre Girl Up México y su trabajo impulsando a jóvenes agentes de cambio.