Dicen los que saben que la evolución de la raza humana la llevó a ser preponderante en el preciso momento en que el ser humano tuvo tiempo para pensar.
Sí, no solo es necesario poner a funcionar el cerebro y darnos cuenta que podemos “domesticar” el fuego, así como lo hicimos con algunos animales y también cuando nuestro razonamiento nos llevó a cultivar nuestros propios alimentos. Solo entonces, la raza humana se dio tiempo para pensar y empezaron a surgir los grandes filósofos que luego se concentrarían en la antigua Grecia. Sin embargo, esos pensamientos que despertaron la curiosidad, al mismo tiempo abrieron la posibilidad de ambicionar mucho más de lo que la naturaleza nos brindaba para nuestro mejor vivir.
La ambición de riquezas se volvió una necesidad apremiante para algunos y hoy muchos de los que se creen “poderosos” no la piensan dos veces para matar, si es necesario, cuando creen que sus intereses corren cualquier tipo de riesgo. Es ese tipo de ambición lo que está destrozando a nuestra nación. Personas que en un tiempo consideramos ejemplos a seguir, hoy lastimosamente nos damos cuenta que son víctimas de sus propias ambiciones. Se acostumbraron a “lo bueno” y hoy están dispuestos hasta vender a su propia madre con tal de conservar esas migajas que eventualmente les envían sus verdaderos patrones.
Nosotros, hemos caído en la trampa y, en muchas ocasiones, aprovechamos nuestros espacios de “opinión” para enderezarles una reprimenda pública para liberarnos un poco de la rabia que nos consume. Sin embargo, ya debemos parar y darle otro sentido a nuestras descargas emocionales. Para tomar las mejores decisiones debemos darnos tiempo para pensar. Es necesario retomar aquellos espacios que creaban los partidos de izquierda y que, en muchas ocasiones, se volvían interminables. Se requiere, pues, retomar los foros de discusión, pero esos que surgen desde la Sociedad Civil Organizada y no esa especie de escenarios circenses que montan, hoy en día, las “fuerzas políticas”. Es preferible un poco de “cansancio” intelectual, para tratar de darle una mejor dirección a nuestra política local, estatal y nacional.
Si como sociedad nos damos tiempo para pensar colectivamente nos vamos a dar cuenta de nuestros propios potenciales y surgirán ideas innovadoras para enfrentar esta andanada de “información” en la que estamos inmersos y podremos cribar más fácilmente hasta obtener lo verdaderamente importante. En mi largo recorrido como activista social logré darme cuenta que nunca necesitamos de un “patrocinador” que nos llenara de dinero para enfrentar las malas decisiones de los gobiernos en turno. Más bien, cuando la sociedad civil se organiza empieza a generar una serie de acomodamientos de los entes sociales y se empieza a armar el rompecabezas que puede darle salida a cierta problemática surgida desde la sociedad misma.
Si el pensar nos ha llevado a ser la especie preponderante en este planeta, es necesario seguir fomentando esta actividad para evitar, ahora, la destrucción del mismo. Dos cabezas piensan más que una y cientos de cabezas le pueden dar solución a las interminables desgracias que padecemos cotidianamente,
Isabel Dorado Auz.