Rodrigo Arturo Rosas Cabrera
Faltan tres días para que culmine este, el primer sexenio de la Cuarta Transformación de la vida pública de México y es momento de reflexión para muchos de nosotros.
Hoy se me vienen a la mente muchos recuerdos de diferentes situaciones en las que tuve el orgullo de participar (y vaya que así lo manifiesto). El paso por diversas luchas y desde trincheras varias, todas ellas para que se lograra tu llegada a Palacio Nacional y con ello, el sin fin de cambios, de mejoras para nuestra Patria que has encabezado. Dicho sea de paso, lucha que gracias a la decisión y la organización del movimiento, fue todo el tiempo pacífica, no rompimos ni un solo vidrio.
Junto a muchos y muchas, repartimos volantes, asistimos a marchas, defendimos el voto (una y otra y otra vez), hicimos mantas, escribimos canciones, gritamos a coro, organizamos eventos, convencimos a otras personas, intercambiamos ideas, tuvimos discusiones y a la par de todo esto, crecimos.
Crecimos enormemente en lo personal y otro tanto en la colectividad. Dimos clases, platicamos en el trabajo y con las señoras del barrio, llevamos la discusión a las reuniones familiares e incluso a las tertulias en las que convivimos con los amigos, aunque también con los adversarios. Se volvió parte de la cotidianidad esto de la revolución de las conciencias.
Hoy, millones de personas estamos convencidas de que aun con desaciertos y a pesar de toda la crítica infundada que propios y extraños arrojan a la coraza que el pueblo erigió en su derecho, no habíamos tenido un presidente que haya promovido y logrado tantos cambios en el rescate de nuestro México y que lo haya hecho bajo el mandato de su único amo… el pueblo. Somos personas con ideas buenas y mejores, con puntos de vista comunes y también con disidencias, pero somos personas repito, convencidas.
En la parte más difícil, esto es, ya en el gobierno, nos enfrentamos a la crítica, a la curva de aprendizaje, a decidir entre inconvenientes y a la difícil afrenta de recomponer lo viciado, siempre respetando la ley. Porque convencidos estamos también de que en la forma está el fondo. Fue imponente tomar nota de los usos y costumbres que se volvieron el “siempre se ha hecho así”, pero también el darse cuenta de que solo hacía falta hacer las cosas distintas para visibilizar que hay otro camino y que muchas se dejaron de hacer desatendiendo además, las normas y los manuales, las leyes.
Es increíble el cómo la transformación permeó en el pensamiento de los más antagonistas, que hoy reconocen algunas situaciones a pesar de que no lo hacen público. Y por otra parte, aquellos que no podemos convencer, a los que se nos sugiere desearle suerte y decir “sigue por ahí, vas muy bien primo-hermano”, a ellos, también les está yendo bien y seguirá siendo así.
Seguirá siendo así porque el camino está trazado, porque están puestas las bases, los cimientos, porque el pueblo se cansó de la pinche tranza y se informó, se hizo consciente, se politizó y levantó la voz y logró el cambio.
Seguiremos dando lecciones a la historia, seguiremos siendo Andrés Pueblo y seguiremos sin pasos hacia atrás porque ya lo hicimos una vez y no lo volveremos a repetir. Seguiremos siendo Zapata y Leona Vicario, seguiremos siendo magonistas y dorados, seguiremos siendo Carrillo Puerto y Madero…
Porque le seguiremos arrebatando la libertad al dios dinero y tomaremos como es tu deseo, las riendas del poder en nuestras manos, porque el Pueblo pone y el Pueblo quita, porque escribiremos con letras grandes que Por el Bien de Todos, Primero los Pobres y porque todos los seres humanos tenemos derecho a vivir y ser felices.
Hasta siempre, Presidente… no nos fallaste.
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