Por: Isabel Dorado Auz

En los últimos años ha crecido, en Hermosillo, el interés ciudadano por plantar árboles, especialmente nativos, y son muchas las convocatorias que se han hecho para reforestar algunas áreas de la capital sonorense.

En lo particular, me gustaría sugerir que aprovechemos el gran número de árboles que han nacido en este muy buen periodo de lluvias y llevemos a cabo el trasplante natural de árboles nativos que hoy abundan en diversos puntos de la ciudad. Esto es, no requerimos ir a un vivero de la ciudad, que normalmente carecen de especies nativas, para reforestar nuestras “áreas verdes” y transformar a la ciudad en un lugar más habitable.

En lo personal, me ha tocado trasplantar pequeños árboles de palo verde azul, por rumbos de la Colonia Villa Verde y después de un cuidado apropiado he observado una sobrevivencia superior al 90%. No solo eso, he observado que, en la mayoría de los casos, la adaptación es perfecta y gozan de cabal salud. Por mi propia experiencia, he observado que después de un año de cuidados apropiados, tendrán la capacidad de sobrevivir por sí mismos.

En otros lugares he trasplantado ceibas y guamúchiles, nacidos durante este periodo de lluvias, con gran éxito. Incluso, logré trasplantar con éxito una pequeña planta de cobertura que hoy en día nos ofrece una preciosa flor naranja. El secreto consiste en hacer el trasplante cuando la planta cuenta con una pequeña raíz que puede ser separada por completo desde el lugar en que nació la planta al lugar donde se pretende extender la presencia de árboles. Si todo resulta como se espera, pronto habrá en el Parque de Villa Verde otros 10 palo verdes más, de esos que cuando florean en primavera forman una especie de alfombra amarilla alrededor del árbol, un espectáculo maravilloso.

Más allá de los beneficios ambientales que nos proporcionan los árboles nativos, solo por el hecho de las bellezas que nos aportan durante su floración vale la pena llevar a cabo este tipo de acciones. Tenemos el momento ideal para trasplantar palo fierros y guayacanes, otros árboles que cuando florean son un verdadero espectáculo y que con estas lluvias se ha propiciado el nacimiento de muchas unidades de este tipo de árboles.

Lo que si nos debe quedar completamente claro es que no es suficiente con llevar a cabo el trasplante, hay que darles mantenimiento y ya después, la planta nativa misma nos dará las señales claras de que ya podemos dejarla hacer su proceso de crecimiento por cuenta propia. Ayudaría bastante, que los funcionarios públicos fuesen sensibles a este tipo de acciones y se conviertan en promotores de estas.

En La Sauceda se está dando, en este periodo, una muy buena relación de los Colectivos que acuden sábado a sábado a las jornadas de limpieza y reforestación con las autoridades de los tres niveles de gobierno. Una muy buena señal sería extender este ejemplo al resto de la ciudad y, si se puede, hacer lo propio en todo el estado de Sonora.