JORGE TADEO VARGAS
Parte del proyecto estratégico del gobierno federal para “garantizar” el abastecimiento de agua, es hacer tres presas en la cuenca del Río Sonora, para lo cual se dará un presupuesto de siete mil millones de pesos.
Francamente no entiendo esta política engaña bobos de la 4T ¿De verdad piensan que ese río, esa cuenca da para tres presas más? ¿Entiende el colapso hidroecológico en que se encuentra la cuenca? ¿Saben los impactos socio-ambientales que conlleva ponerle un tapón -presa- aun río? Impactos que van desde el desplazamiento de personas, flor, fauna y la pérdida de patrimonio biocultural, incluida un impacto en la precipitación y captación biológica de agua.
Solo basta leer el informe que publico la Comisión Mundial de Represas en el 2000, para ver que esto es una mala, muy mala idea.
Tomado de https://www.facebook.com/profile.php?id=100071523348665
Foto: Judith León
Un resumen de este informe:
https://www.wrm.org.uy/es/node/13831
El Informe de la Comisión Mundial sobre Represas
La Comisión Mundial sobre Represas (CMR) dio a conocer su informe en noviembre del 2000, luego de haber realizado detallados estudios y encuestas sobre un conjunto de grandes represas a lo largo y ancho de todo el mundo. Lo que sigue a continuación son citas de las secciones “ Población y Grandes Represas” y “Ecosistemas y Grandes Represas”. El informe completo –en varios idiomas– se encuentra disponible en : http://www.dams.org/report/
“En términos de los impactos sociales de las represas, la Comisión encontró que con frecuencia los efectos negativos no se valoraban ni se tomaban en cuenta adecuadamente. Existe una gran variedad de impactos que abarcan las vidas, los medios de subsistencia y la salud de las comunidades que dependen de los ambientes ribereños afectados por las represas:
– Entre 40 y 80 millones de personas han sido desplazadas en todo el mundo por las represas.
– Millones de personas que viven río abajo de las represas – en particular aquellas que dependen de las planicies de inundación naturales y de la pesca – han visto sus medios de subsistencia seriamente dañados y se ha puesto en peligro la productividad futura de sus recursos.
– Muchos de los desplazados no fueron reconocidos (o registrados como tales) y por lo tanto no fueron reasentados o indemnizados.
– En los casos en los que se entregó una indemnización, ésta fue con frecuencia insuficiente, y entre los desplazados reconocidos como tales, muchos no fueron incluidos en programas de reasentamiento.
– A los que fueron reasentados, rara vez se les restituyó sus medios de subsistencia, ya que los programas de reasentamiento se han centrado en el traslado físico, y no en el desarrollo económico y social de los afectados.
– Cuanto mayor es el número de los desplazados, menos probable es que los medios de vida de las comunidades afectadas puedan ser restaurados.
– Aún en la década de los 90, en muchos casos, los impactos en los medios de subsistencia de las comunidades río abajo no eran valorados adecuadamente, ni tratados en la planificación y el diseño de las grandes represas.
Resumiendo, la Base de Conocimientos demostró una falta de compromiso generalizado, o una falta de capacidad, para hacer frente al desplazamiento de población. Adicionalmente, las grandes represas analizadas en la Base de Conocimientos han tenido también considerables efectos adversos en el patrimonio cultural debido a la pérdida de los recursos culturales de las comunidades locales y el sumergimiento y degradación de monumentos arqueológicos y cementerios.
La Base de Conocimientos indicó que es probable que los pobres, otros grupos vulnerables y las generaciones futuras sufran de un modo desproporcionado los costes sociales y ambientales de las grandes represas sin ganar una parte acorde de los beneficios económicos:
– Los grupos indígenas y tribales y las minorías étnicas vulnerables han sufrido desplazamientos de un modo desproporcionado y han experimentado impactos negativos en sus medios de subsistencia, cultura y espiritualidad.
– Las poblaciones afectadas que viven cerca de los embalses, las personas desplazada y las comunidades río abajo han tenido que enfrentarse a menudo con problemas de salud, y con consecuencias negativas en sus medios de subsistencia debido a cambios ambientales y sociales.
– Entre las comunidades afectadas, las diferencias entre los sexos se han incrementado y las mujeres han soportado con frecuencia de un modo desproporcionado los costes sociales y se las ha discriminado a menudo a la hora de participar en los beneficios.
Cuando existe estas inequidades en la distribución de costos y beneficios la Revisión Global enfatiza que una aproximación tipo “hoja de balance’ que da una visión agregada de los costos y beneficios es crecientemente inaceptable en términos de equidad y como criterio para elegir el “mejor” proyecto. En los hechos la rentabilidad económica real de las grandes represas continúa siendo difícil de establecer ya que no se consideraron suficientemente los costes ambientales y sociales en términos económicos.
Más concretamente, al no considerarse adecuadamente estos impactos, ni cumplirse los compromisos adquiridos, se ha producido el empobrecimiento y sufrimiento de millones de personas, dando lugar a que las comunidades afectadas de todo el mundo muestren una oposición creciente a las represas. Más recientemente han surgido ejemplos innovadores de procedimientos para reparar impactos sociales y compartir los beneficios de los proyectos, que crean la esperanza de que se pueden remediar injusticias pasadas y evitarlas en el futuro”.
En relación a los impactos ambientales de las grandes represas, el informe establece:
“Cada vez se conoce mejor la naturaleza genérica de los impactos que tienen las grandes represas sobre los ecosistemas, la biodiversidad y los medios de subsistencia río abajo. En función de la Base de Conocimientos de la CMR es evidente que las grandes represas han provocado:
– La pérdida de bosques y de hábitats naturales, de poblaciones de especies, y la degradación de las cuencas río arriba debido a la inundación de la zona de los embalses.
– La pérdida de la biodiversidad acuática, de la pesquerías río arriba y abajo, y de los servicios brindados por las planicies de inundación río abajo, por los humedales, y por los ecosistemas de las riberas, y estuarios adyacentes.
– Impactos acumulativos en la calidad del agua, en las inundaciones naturales y en la composición de las especies, cuando en el mismo río se construyen varias represas.
En general los impactos sobre los ecosistemas son más negativos que positivos y han provocado, en muchos casos, pérdidas significativas e irreversibles de especies y ecosistemas. Algunos casos, sin embargo, han resultado en el enriquecimiento de ecosistemas, mediante la creación de nuevos humedales, habitats para peces y oportunidades de recreación generadas por el nuevo embalse.
La Comisión encontró que todos los embalses analizados hasta ahora por científicos emiten gases invernadero, como también lo hacen los lagos naturales, debido a la descomposición de la vegetación y a la entrada de carbón procedente de la cuenca. La magnitud de esas emisiones es muy variable. Los datos preliminares del estudio del caso de una represa hidroeléctrica en Brasil muestran que el nivel bruto de estas emisiones es significativo si se lo compara con una planta termo eléctrica equivalente. No obstante, en otros embalses estudiados (en particular los de zonas boreales), las emisiones brutas de gases invernadero son considerablemente más bajas que una alternativa térmica. Una comparación exhaustiva requeriría medir las emisiones de los hábitats naturales antes de la creación de un embalse. Es necesario investigar más sobre la base de casos concretos para demostrar la capacidad que tiene la energía hidroeléctrica para compensar el cambio climático.
Los esfuerzos que se han realizado hasta la fecha para contrarrestar los impactos de las grandes represas sobre los ecosistemas han tenido un éxito limitado debido a la falta de atención a la hora de anticipar y evitar esos impactos, a la pobre calidad y la incertidumbre de los pronósticos, a la dificultad de hacer frente a todos los impactos, y a la aplicación incompleta y el éxito parcial de medidas de mitigación. En particular:
– No es posible mitigar muchos de los impactos causados en los ecosistemas y en la biodiversidad por la creación de embalses, y los esfuerzos realizados para “rescatar” la fauna y flora han tenido, a largo plazo, poco éxito.
– La utilización de canales para peces, a fin de mitigar el bloqueo de peces migratorios, ha tenido también poco éxito, ya que con frecuencia la tecnología no se ha diseñado a la medida de lugares y especies específicas.
– Una buena mitigación es el resultado de una buena base de información, cooperación temprana entre los ecólogos, el equipo de diseño de la represa y las personas afectadas, y el control y la información asidua respecto a la eficacia de las medidas de mitigación.
– Requerimientos de descargas ambientales (incluyendo descargas para provocar inundaciones controladas) son crecientemente utilizados para reducir los impactos de los cambios en el flujo de agua río abajo, en los ecosistemas acuáticos y costeros y en las planicies de inundación.
Dado el limitado éxito de las medidas de mitigación tradicionales, actualmente la legislación da mayor importancia a la necesidad de evitar o minimizar los impactos ecológicos, mediante la conservación de segmentos específicos del río, o la cuenca, en su estado natural, y mediante la selección de proyectos, localizaciones y diseños alternativos. Además, los gobiernos están experimentando con un enfoque “compensatorio” a fin de contrarrestar la pérdida de ecosistemas y biodiversidad causada por grandes represas, mediante la inversión en conservación, regeneración y a través de la protección de otros lugares amenazados, que tengan un valor ecológico equivalente. Por último en un número de países industrializados – en particular en Estados Unidos- se está llevando a cabo una restauración de ecosistemas, como resultado del desmantelamiento de grandes y pequeñas represas”.
En términos generales, los resultados mencionados, reafirman lo que las poblaciones locales y los ambientalistas han estado sufriendo y denunciando por años. Pero la importancia del informe se debe a que ahora se le da un sello oficial de aprobación a esas denuncias. Esperamos que esto sea una señal del inicio del fin de las grandes y destructivas represas que han resultado –como el informe correctamente establece — en “el empobrecimiento y sufrimiento de millones de personas”.