Por: Isabel Dorado Auz

Octubre del 2014, manifestación por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Foto: Libera Radio.

Hay quien dice que la Universidad es el recinto sagrado de la razón. Si validamos esta expresión, diríamos que desde el campus universitario debieran surgir las mejores recomendaciones para tener una Sociedad más justa e igualitaria. Lo cual no estará exento de errores, razón por la cual los integrantes de la comunidad universitaria deben tener siempre la capacidad de dudar. Es en la duda donde surgen los cuestionamientos, por eso es un requerimiento fundamental el desarrollar la capacidad de crítica.

La generación del conocimiento proviene de la capacidad de pensar que desarrollan estudiantes y profesores al interior del recinto universitario. En los viejos tiempos, los griegos nos dieron muestra de la importancia del cuestionamiento continuo para poder entender los fenómenos que afectan a la actividad humana. Fue la ciencia la que originó mejores condiciones de vida, pero ha sido la ciencia mal enfocada la que ha provocado también el alto grado de contaminación al que hemos llegado en nuestro planeta.

Un gran problema que han enfrentado, en los últimos años, las Universidades públicas del país es que los gobiernos buscaron la forma de subordinar el quehacer universitario a los intereses políticos del gobernante en turno, razón por la cual la gran mayoría de estas universidades perdieron su autonomía al imponerles una junta de gobierno desde el gobierno en turno, tal y como ocurrió en la Universidad de Sonora en 1991. Ocurrió, también, otro gran problema, las universidades públicas se volvieron elitistas, ya que la educación universitaria les fue negada, en los hechos, a los estudiantes de bajos recursos. Curiosamente, ese tipo de estudiantes fueron los principales promotores de los cambios políticos, dado que provenían desde los lugares donde más evidentes son los traumas de la pobreza. También fue una de las principales razones por las cuales la derecha mexicana combatió tan ferozmente a las normales rurales.

Se ha visto a la Universidad Crítica como un enemigo del sistema político imperante, en lugar de ser el mejor aliado para paliar la enorme desigualdad social que padece nuestro país. Los empresarios mexicanos buscan el apoyo de la Universidad para mejorar el desempeño de sus empresas, pero se incomodan cuando desde la Universidad se señalan algunos excesos. Asuntos como la contaminación del Río Sonora, el déficit de áreas verdes en algunas ciudades del estado, los altos grados de actividad delictiva, el estancamiento económico, etc. debieran ser temas tratados por los verdaderos expertos para ofrecerle alternativas de solución al gobernante en turno. Claro está, debiera verse a la educación universitaria como una inversión y no como un gasto. En tal sentido, debiera promoverse la investigación científica y aumentar considerablemente el presupuesto destinado para esa actividad universitaria.

Siempre estará el riesgo de que una investigación científica contradiga la visión del gobernante, más cuando estamos acostumbrados a esperar todo del político cuando es evidente que tiene muchas limitaciones. Cuando gobernantes y expertos logren una verdadera comunión, lejos de los intereses particulares de grupo, empezaremos a tener una mejor Sociedad.

Para lograr los cambios que realmente necesitamos, es necesario tener una Universidad Crítica, Científica, Autónoma y Popular.

Octubre del 2014, manifestación por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Foto: Libera Radio.