Luis Enrique Ortiz

Se puede entender que algunas alcaldesas, legisladoras o servidoras públicas sonorenses le hayan restado importancia al Día Internacional de la Mujer Indígena.

Es más, puede ser comprensible que Wendy Briceño, comisionada del gobernador para coordinar y supervisar los planes de justicia indígenas, haya celebrado el 5 de septiembre con un “retwit” del INPI, ni siquiera con una selfie entregando el acueducto seri, al menos en Desemboque.

Lo que no es entendible es que las diputadas y senadoras indígenas de MORENA, PT y PVEM no hayan hecho algo para señalar la importancia del día en cuestión.

Más allá de lo que encierra ser mujer indígena en este país, las pobres de los más pobres y si son niñas, peor. Fueron muy pocas las legisladoras que hicieron visible esta lacerante condición en la citada fecha.

La presidenta Claudia Sheinbaum, ha sido congruente con el tema de dar prioridad a los pobres y -dentro de ese oprobioso universo- a las mujeres de los pueblos originarios.

Una de las primeras acciones de su gobierno será la creación de una subvención que alcanzará a todas las mujeres de 60 a 64 años, que implica un apoyo directo y en efectivo de 3 mil pesos bimestrales.

La primera etapa del programa cubrirá sólo a las mujeres indígenas en ese rango de edad y a partir del 2026 se extenderá a todas, además su existencia y permanencia será elevado a rango constitucional, por cierto reforma a la que se opone la derecha y sus partidos el PRIAN y la mitad de Movimiento Ciudadano.

La participación de las legisladoras indígenas en los eventos importantes para las comunidades a que representa, esperemos no sea con el mismo desinterés al momento de incluir nuevos derechos a la Carta Magna o al establecer una nueva legislación que le permita verdadera autonomía a los pueblos originarios y la construcción de su propio poder, sin manipulaciones del exterior como ocurrió antes y como ocurre actualmente al menos en Sonora.

No se ven por ningún lado los liderazgos indígenas en el nuevo Congreso de la Unión, por fortuna “el movimiento” cuenta con experiencia, edad y colmillo, más poder de oratoria, con voces y perfiles como el de la senadora Martha Lucía Mícher Camarena, quien regresó a MORENA bien recargada.

Un gran activo del movimiento que hace olvidar los días de la ruptura y los sombrerazos del machismo contra la candidatura de Claudia Sheinbaum Pardo.

La senadora guerrerense Beatriz Mojica Morga, es sin duda otro gran activo a favor de los derechos humanos de los más vulnerables, por su relación con el movimiento indígena y afromexicano.

Situación similar presenta la diputada federal Guadalupe Chavira, siempre proactiva en la defensa de las garantías individuales y el bienestar de los pueblos originarios, quien no es de Sonora, pero conoce el municipio de Etchojoa mejor que nadie. Las tres son distinguidas experredistas, por cierto.

A nivel local, pues que se puede decir, ninguno de los dos diputados que se ostentan como indígenas lo son en realidad, pero esa es otra historia. Ya habrá tiempo y espacio para hablar del tema con más amplitud de como llegaron a ser legisladores, en representación del Pueblo Mayo, dos yoris como lo son Claudia Zulema Bours Corral y Jesús Tadeo Mendívil Valenzuela.

Y para cerrar con broche de oro estas cosas del quehacer legislativo, pues más cantado que un ponche de Fernando Valenzuela, resultó el nombramiento Omar Francisco del Valle Colosio como el “managger” de la aplanadora morenista, quien debuta como primer presidente de la LXIV Legislatura.

Ahora todo tiene sentido y se entiende los por qué desde el 6 de junio el que le robará cámara al secretario de gobierno, se peló, se volvió choli, pegó el retinto u huyó como Tintan hasta un día antes de ser oficialmente ratificado su previo ungimiento.

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