#DíasdelFuturoPasado 93
En el 2007, la productora “Free Range Studios” unió esfuerzos con la activista Annie Leonard e hicieron el documental animado “The story of Stuff” en el cual de manera muy educativa mostraban como el modelo de producción-consumo no solo es insustentable, sino también es criminal y la base de este sistema de clases privatizador, extractivo que piensa desde una lógica tecnócrata, economicista, dejando fuera cualquier enfoque ecosistémico y/o comunal.
Este documental que en español recibió el nombre de “La historia de las cosas” fue ampliamente difundido, Leonard escribió un libro con más datos e información, dio cientos de entrevistas, conferencias, charlas, con lo que parecía indicar que estábamos entrando en una discusión que nos llevaría a un verdadero cambio de modelo.
El documental era/es de lo más educativo y sencillo para explicar dónde radica el problema que nos tiene en este momento al borde del colapso socio-ecológico, pues muestra cada una de las etapas desde la extracción, la producción, distribución, consumo y disposición, junto a los impactos negativos que estos generan en las comunidades vulneradas y los ecosistemas.
Sin embargo, tal como sucede con casi todas las herramientas mediáticas/educativas que no tienen un piso fuerte entre las comunidades de base, este trabajo fue absorbido, quedando en el olvido de cierta manera, aunque mucho de lo que en el se cuestiona fue tomado por el propio sistema y adaptado a sus necesidades, el mejor ejemplo de esto es el concepto de economía circular, base del capitalismo verde y sus falsas soluciones.
Otro de los conceptos de los que se apropio el sistema y ha intentado convertirlo en parte de su discurso “Green washing” vendiéndolo como una alternativa a la crisis climática, es el de Basura Cero. Por un lado, vemos todas estas iniciativas “ecofriendly” que no cuestionan, que son una moda sin base teórica, ni práctica, que convierten a una forma de resistencia/alternativa en un “trendig” sin fundamento, ni anticapitalista, mucho menos anti sistémico.
Por el otro lado la industria, principalmente la cementera, intenta vestir al concepto desde una lógica de tecnología de punta y venderlo como la solución al problema de la basura y la disposición final que le estamos dando en este momento, que es donde radica parte del problema-raíz del modelo de producción-consumo. La propuesta de la industria es darle “valor energético” a los residuos incinerándolos, con lo que causan una serie de daños en la salud ambiental y humana de las poblaciones/ecosistemas que se encuentran cerca de estas plantas.
Retomando “The Story of Stuff”, es fácil tener claridad de la importancia de una gestión responsable de los residuos que produce (en todas sus etapas) el modelo de producción-consumo, los cuales deben ser parte de un ciclo, es decir se debe de buscar como poner en marcha, no una economía circular, sino acciones comunitarias que vayan de acuerdo a las dinámicas poblacionales de la naturaleza que buscan determinar como gestionar los residuos (los cuales deben de cambiar también en su composición química) reincorporándolos a los procesos de producción, consumo
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Acá vale la pena hacer un paréntesis para mencionar que, en torno a los residuos solidos urbanos, es decir, los que producimos los consumidores, más del noventa por ciento de ellos pueden ser recuperados para reincorporarlos al proceso productivo. El menor porcentaje es aquel que se debe de rediseñar para no tener residuos tóxicos, que dañen la salud ambiental y humana.
Otro ejemplo a resaltar es que en este momento existen más metales y minerales en los sitios de confinamiento especializados para ellos o en basureros ilegales, en forma de basura electrónica que en la propia naturaleza, con lo que queremos remarcar que ya hemos extraído demasiado de la minería que siguen dañando ecosistemas y poblaciones humanas, cuando los sitios de confinamiento, los basureros están llenos de esos materiales que podríamos estar recuperando. Sin embargo, el sistema decide mantener la misma lógica de hace siglos pues el extractivismo la da poder y control sobre las poblaciones. A mayor privatización de territorios, de zonas de sacrificio es mayor el numero de personas sometidas, vulneradas, sin futuro.
Este modelo inicia con la extracción y privatización de los territorios, por lo que las resistencias que se dan desde ahí son importantes, pero no las únicas, en cada una de las etapas están presentes distintas formas de resistencia hacia los distintos daños e impactos que se van generando, por lo que de cierta forma debe de existir una integralidad a la hora de pensar en las resistencias.
Annie Leonard lo deja muy claro: los daños del modelo de producción-consumo es la suma total de las injusticias socioambientales en cada una de las etapas. Así como las falsas soluciones y las alternativas de final de tubería que no sirven de nada, pero le permiten al sistema pintarse de verde mientras sigue causando daños en la salud ambiental y humana. Las resistencias deben de comenzar a reconocer a las zonas de sacrificio con todas sus peculiaridades y partir desde ahí para la defensa del territorio, de lo contrario no hay iniciativa comunitaria que se sostenga.
Desde hace quince años acompaño a comunidades que sobreviven en las regiones de sacrificio, que resisten desde zonas altamente dañadas, para muchas ya desahuciadas. En estos años ha sido difícil hacer comprender a las personas de que nadie debe de pagar el costo socioambiental para que los demás vivan bien, pero no solo ha sido difícil con personas que no están sensibilizadas con el tema, con ellas es mucho más fácil que con activistas OENEGEROS que acompañan resistencias contra proyectos mineros, hidroeléctricos, de protección a la naturaleza.
He escuchado argumentos de todo tipo que prefiero no mencionar aquí para no indignarme más de lo que ya lo estoy. Es difícil que entiendan que en estas regiones es donde se concentra la suma de los demás impactos de todas las etapas del modelo, para muchos son territorios perdidos, no hay nada más que hacer, incluso piensan que estas regiones son necesarias para el desarrollo de un país. Solo hay que hacerlo responsablemente.

He leído argumentos como “extractivismo comunitario” o “empresarios no capitalistas” para defender que existan ecosistemas tan dañados, donde las poblaciones humanas sobreviven con una salud totalmente deteriorada.
Esto el sistema de clases actual lo ha sabido aprovechar muy bien, al grado que cuando los intelectuales de supermercado, principalmente aquellos que nos venden sus teorías colapsistas desde el Norte, obvian que existan las zonas de sacrificio, las han desaparecido por completo y en sus planteamientos tecno-feudales no aparecen en lo más mínimo. Claro, se escribe desde la comodidad y desde ahí se puede perder la perspectiva de lo que tenemos encima.
Hay que recuperar conceptos, formas de activismo que hemos ido perdiendo, hay que reconocer que más allá de lo que las agencias de cooperación o fundaciones dictan dentro de la agenda ambiental, estas deben ser luchas desde y por las comunidades, así como que la defensa del territorio es compleja y debemos de entender que estas tienen peculiaridades dependiendo de donde estamos parados. De lo contrario el neo-feudalismo tecnológico tomará nuestras resistencias y nos las regresará como parte del folklor de las comunidades que no “gozan” del progreso que este llevará a los Elisyum que van construyendo.
Agosto del 2022
Desde algún lugar en el exilio.
*Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de equis.
Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.