Por: Jennifer Hilzs Yáñez Rodríguez
Como cada ciclo escolar más de 100 mil jóvenes se inscriben para hacer el examen de admisión a las universidades de nuestro país y se estima que apenas un 13% logran una butaca en alguna aula pública; es decir que el 87% de estos jóvenes se quedan fuera perdiendo toda oportunidad de continuar sus estudios. A esta situación que para muchos jóvenes es dolorosa y trágica se le agrega la estigmatización que reciben, pues de manera tradicional se ha venido justificando la falta de acceso con el argumento de “¡no pasó el examen!” sin analizar la proporción de espacios disponibles con relación al total de aspirantes.
Poco se habla de la falta de lugares en las universidades y de la poca o casi nula preocupación que las autoridades que administran nuestro país tienen ante esta gran necesidad. Tal parece que fuera una situación generada de manera deliberada, pues una máxima del sistema capitalista y otros sistemas dictatoriales han hecho de la ignorancia su mejor herramienta para controlar a la población y mantenerla apagada.
Las diferentes fuentes de información señalan que fueron 61,680 jóvenes los que presentaron el examen en la UNAM este año, de los que realizaron el examen sólo fueron aceptados 7,923 para cursar alguna licenciatura. Estos casi 54 mil jóvenes que fueron rechazados quedaron a la deriva en la búsqueda de un trabajo mientras presentan el examen de nueva cuenta; pero si algo caracteriza nuestros tiempos es la falta de empleos mal pagados y sin prestaciones, además de la exigencia de personal con experiencia de 5 años mínimamente.
En nuestro estado esto no es distinto, sabemos que en la Universidad de Sonora este año 24 mil jóvenes presentaron examen de admisión, y de ellos solo 7 mil fueron aceptados. Estos dos ejemplos muestran que son muchos los jóvenes que pierden la oportunidad de realizar su sueño de estudiar una carrera universitaria.
El concepto de “nini” referente a jóvenes que “ni trabajan ni estudias” ( aclarado que no es porque no quieran, sino por falta de oportunidades) es un concepto acuñado para estigmatizar un amplio sector de nuestra población joven, su difusión es ya tan sistemática que algunos se lo llegan a creer, pero vale la pena pensar y acuñar un término para las autoridades de este país que nada hacen para hacer efectivo el derecho a la educación, al desarrollo y al bienestar, de momento sólo puedo pensar en “perverso y mal gobierno”.
Jennifer es prestadora de servicio social por la Unison, licenciada en Sociología.