Por Jorge Tadeo Vargas.
Hemos alcanzado el punto de no retorno y los cientos de miles de desplazados/refugiados ambientales son una prueba mucho más palpable que cualquier deshielo en el ártico; estos son una evidencia mucho más tangible de las consecuencias socio-ambientales que produce la crisis sistémica –incluida la climática- en el planeta y sus habitantes. Sin embargo el sistema capitalista y su cara más voraz: el neoliberalismo está aprovechándola al máximo para su propio beneficio.
El pasado 22 de abril, en el marco de “el día de la tierra”; los 160 países participantes de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de la ONU celebrada en diciembre del 2015 en Paris, Francia; firmaron el compromiso alcanzado en la COP que ya cumple 21 años de celebrarse. Este acuerdo, que lo que trata es dar un carácter histórico a esta reunión; al ser el acuerdo donde más países han participado, no solo no logra alcanzar el mínimo necesario para poner un freno a la crisis climática, sino que incluso con la participación de China y Estados Unidos, países responsables del 40 por ciento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero; se queda corto.
Además de un compromiso –voluntario – por parte de los países participantes de no permitir que la temperatura suba más de dos grados. Vuelve a quedarse como un compromiso que solo beneficia a los países del Norte Global con un claro perjuicio a los países del Sur Global. Esto es claro. En primera pues al presentarse con metas voluntarias por parte de los países; estos no están obligados a cumplir con nada de lo firmado. Tomemos a México como ejemplo. Las reformas estructurales que el gobierno federal ha impulsado van en dirección opuesta a los acuerdos de Paris con un aumento en las emisiones, una falta de políticas públicas enfocadas a promover una matriz energética distinta, el incremento de megaproyectos como eje del desarrollo económico neoliberal entre muchas otras reformas que nos dejan claro que el tope de dos grados no solo no será cumplido; sino que estamos en un riesgo latente de que alcancemos los tres grados en cuestión de años.
El acuerdo por sí mismo en el fondo dista mucho de los firmados en años anteriores; en primera porque las medidas de mitigación propuestas no garantizan la reducción de los GEI, no tiene medidas de adaptación más allá de las promovidas por los Mecanismos de Carbono, no hace un cuestionamiento a la matriz energética; al contrario promueve el uso de las llamadas energías de transición que en su mayoría son altamente contaminantes o generan fuertes rompimientos del tejido social.
Este compromiso firmado por la mayoría de los países participantes a la COP 21; no solo queda como un acuerdo débil en contenido y abstracto en acciones vinculantes; sino que al ser un compromiso voluntario queda a merced de los gobiernos de los países y sus propias agendas nacionales, es decir, que si vemos fríamente tanto lo alcanzado en Paris como lo rectificado este año en New York; el único éxito es la cantidad de países firmantes; pues incluso su compromiso de mantener la temperatura por debajo de los dos grados, no solo no es un compromiso realista; sino que está plagado de intereses tan oscuros por parte de corporaciones transnacionales y los gobiernos del Norte Global; claro con toda la complicidad de los gobiernos del Sur Global que ven en estos intereses una forma de hacer dinero con la crisis climática.
En el 2010; el Doctor Carlos Gay; experto climatólogo del Centro de Ciencias Atmosféricas de la UNAM; además ex miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC por sus siglas en ingles) en una conferencia impartida en un foro sobre cambio climático: experiencias locales; presentaba una serie de proyecciones mucho más realistas que las presentadas por el IPCC en su informe de ese año. Estas proyecciones que eran mucho más alarmantes que el reporte oficial; en palabras del Dr. Gay eran más realistas porque no tenían que estar sujetas a lo es políticamente posible; como lo está el IPCC que básicamente trabaja con fondos de los países participantes de la COP y no al servicio de los pueblos.
Es por eso que muchas de las medidas de mitigación y adaptación son tan débiles y fundamentadas en los Mercados de Carbono; los cuales a pesar de la crisis que vive gran parte de los países de la Unión Europea, sigue siendo el principal mecanismo de control. Esto es claro cuando vemos mecanismos como las Acciones de Mitigación Apropiadas a cada País (NAMAs por sus siglas en inglés) que están cobrando fuerza en los compromisos voluntarios de los países participantes.
Otro de los mecanismos fuertes es el Carbono Azul que es básicamente un REDD para los océanos y por ultimo sin olvidar los que ya están en funcionamiento como los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), REDD, REDD´+…tenemos la Agricultura Climáticamente Inteligente que ponen en jaque los intentos de recuperar la agricultura tradicional, familiar, la agroecología. Estos tres mecanismos si bien parecen no estar en la lógica de los Mercados de Carbono a los cuales la Unión Europea dice o aparentar ir dejando de lado; son mecanismos que vienen a complementar las herramientas que estos mercados y sus promotores insisten en presentarlos como soluciones a la crisis climática.
Un punto importante que debemos recalcar cuando hablamos de los Mercados de Carbono y la crisis económico que viven algunos países miembros de la Unión Europea es que no es lo mismo España que Alemania o Italia que Noruega o Grecia que Holanda; es decir, los países que se benefician de estos mercados no son los países que están en crisis; sino aquellos que la han provocado como parte de la estrategia de control. De las corporaciones transnacionales y las Instituciones Financieras Internacionales mejor ni hablar pues estas han sabido aprovechar muy bien las oportunidades de hacer negocio con la crisis climática; socializando los costos e interiorizando las ganancias.
Esto es una parte de porque el tope de grados es el que se presenta dentro de un escenario donde ya estamos en el punto de no retorno. Este tope no responde a las necesidades globales; sino a estrategias específicas de los países del Norte Global con más poder actualmente. En la serie de proyecciones que Carlos Gay presentaba en el foro anteriormente mencionado; predecía que de continuar con las tendencias actuales; incluidos el 1.5 o 2 grados de aumento; para el 2025 los cambios geopolíticos serán benéficos para el norte; el cual podrá tomar el control global por ejemplo de la agricultura a gran escala reforzando con esto la economía de estos países que en estos momentos se mantiene estable a pesar de las crisis.
Para el Sur Global da lo mismo comprometerse a dos, cinco, diez grados; esto no genera un verdadero cambio en las políticas internas ni mucho menos en términos de un verdadero compromiso. De nuevo México como ejemplo, las reformas estructurales, principalmente la energética, la de telecomunicaciones y la hacendaria van en sentido contrario a los compromisos adquiridos en Paris y rectificados en New York; además que estas lejísimos de las medidas de adaptación adecuadas a lo que nos espera y lo que estamos viviendo.
Mientras el cambio climático se convierte en una realidad; donde los pocos escépticos que quedan no son sino charlatanes al puro estilo Trumpiano; los cuales la mayoría de las veces son pagados por el mismo sistema culpable de esta crisis sistémica donde las comunidades principalmente en el Sur Global mantienen una férrea resistencia a los intentos de privatizar los territorios, de no mantener el modelo de producción-consumo extractivo y devastador y una economía neoliberal que mantiene a más del 90 por ciento de la población en situación de riesgo. Hemos alcanzado el punto de no retorno y los cientos de miles de desplazados/refugiados ambientales son una prueba mucho más palpable que cualquier deshielo en el ártico; estos son una evidencia mucho más tangible de las consecuencias socio-ambientales que produce la crisis sistémica –incluida la climática- en el planeta y sus habitantes. Sin embargo el sistema capitalista y su cara más voraz: el neoliberalismo está aprovechándola al máximo para su propio beneficio.
Es una realidad que el capitalismo está en crisis. Son demasiado los síntomas como para ignorarlo. El modelo de producción-consumo lineal y extractivista; piedra angular de este sistema, se ha acabado el planeta y está en plena decadencia. Lamentablemente estos costos los están pagando las poblaciones más vulnerables y no solo las humanas; sino el planeta en general.
El fin del capitalismo que se presenta como un fracaso es un avance para que ciertos sectores privilegiados aprovechen las oportunidades que esta crisis que ellos mismos crearon les están dando.