Jorge Tadeo Vargas

El surgimiento de la revolución accidental llamada Grunge fue parte de una coyuntura aún más grande que se estaba dando a nivel global, se estaba dando no solo en la música, sino en muchos aspectos; la entrada del neoliberalismo en los ochenta había dejado a los hijos bastardos de la generación X con una deuda económica, que se sumaba a la pérdida de muchas otras cosas. Es así como surge esta revolución, que sin quererlo fue la voz de muchas jóvenes deseosos de un cambio.

Claro, es necesario aclarar que como siempre sucede, esta fue aprovechada por la industria, vendiendo la idea de rebeldía que muchos compraron, dejando a la fecha un enorme vacío ideológico en las generaciones que le siguieron, un vacío que -de nuevo- la industria ha sabido aprovechar, con los resultados que todos conocemos, generaciones con poco o nulo interés por buscar nuevas formas de relacionarse, donde la critica ya no es de fondo, a veces ni de forma y la corrección política vino a desplazar lo correctamente político como forma de actuar en las resistencias.

Pero más allá de eso y centrándonos en el papel que tuvieron muchas bandas en aquellos años, incluso aquellos que se valieron del mainstream para mostrar su calidad, Pearl Jam es una de las pocas sobrevivientes de aquellos años, los factores que les han permitido mantenerse son muchos, aunque prefiero rescatar el de su honestidad y congruencia, su capacidad de enfrentarse a las grandes corporaciones, como lo fue su batalla contra Ticketmaster y asumir la derrota con dignidad. Su necedad de seguir componiendo lo que les gusta, lo que saben hacer sin intentar encajar en ninguna idea establecida, son pues, un ejemplo claro de que, a pesar de los años, nos acompañan a muchos como parte de la banda sonora del día a día.

Después de cuatro años y algunos proyectos que parte de la banda realizo como solistas, Pearl Jam regresa con música nueva; un disco muy anunciado y que ellos habían definido como lo más pesado de la banda en los últimos veinte años. Así es que nace Dark Matter, el que es para muchos el mejor disco de la banda desde hace décadas.

Si bien recuperan parte de la pesadez de McCready en las guitarras, poniéndolo en primer plano en canciones como “Scared of Fear o Reac, Respond, que nos recuerdan que el Grunge sigue estando presente con riffs muy de su estilo, también nos dan canciones más cercanas al estilo Folk/Country que han manejado en sus últimos discos con canciones como Wreage, llegando al estado perfecto de la banda, donde se recupera el talento de Stone Gossard y Jeff Ament como la base de composición y arreglos, a la par de el reapropiarse de su lugar por parte de McCready, sin perder la sensibilidad, la nostálgica que solo Eddie Vedder puede darles y que con el paso de los años han pasado de la plañidera adolescente a la necesidad adulta de saberse reconocido. Y como siempre Matt Cameron contribuyendo con todo el talento que tiene, no solo a la hora de complementar a Ament en la sección rítmica, sino como compositor.

Dark Matter tiene la característica de que sigue manteniendo un diálogo con la generación que fue parte de la revolución accidental que ocurrió hace más de treinta años en Seattle y se traslado a todo el mundo. Posiblemente ya no canten sobre la inconformidad, la frustración que nos trajo el neoliberalismo, las crisis existenciales, pero les dieron paso a las frustraciones de las crisis de la mediana edad y con estas abrieron el camino a otro tipo de crisis, donde el no futuro es una realidad que se enfrenta de otra forma. Aquí radica lo importante de este disco para una generación que tuvo todo para el cambio y perdió el camino.

Escuchar cada una de las canciones de este disco es un vistazo al pasado, una nostalgia envuelta en novedad, pero nostalgia al fin. Sí, este es posiblemente el mejor disco de Pearl Jam desde Binaural, sin embargo, se siente como si fuera el último intento por recuperar todo lo que se perdió. Ya no hay más primaveras, no hay más acampadas, solo queda el subir el volumen y recordar.

Los sueños se fueron, Pearl Jam se convirtió en una banda de estadios, donde los precios a pagar por verlos en vivo no están a la alcance de todos aquellos que crecimos con ellos, con el tiempo -aunque su música suena de nuevo como en los noventa- la utopía se marchito y solo nos queda vivir de la nostalgia, aunque se nos vaya la vida en ello.

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Publicado en: https://primaindie.substack.com/p/cuando-la-nostalgia-no-alcanza-para