En su edición de la segunda semana de julio el semanario hermosillense Primera Plana publicó un reportaje firmado por Imanol Caneyada titulado: “Hermosillo cada día más cerca del día cero”. Parte del reportaje se basa en un estudio realizado por el Instituto de Ecología de la UNAM el cual no pude encontrar en ninguna parte para darle un vistazo mínimo por lo que no puedo decir mucho sobre la metodología o como los investigadores llegaron a la conclusión de que a la ciudad (¿o es todo el municipio?) de Hermosillo tiene un deadline de dos años para llegar al día cero, ese concepto que popularizo Ciudad del Cabo al plantear que se quedarían sin agua en un día especifico de abril.

Al no poder leer el documento de los investigadores, el buen reportaje de Imanol me permite retomar y hacer algunas reflexiones sobre este concepto y como está siendo secuestrado por los tomadores de decisiones, no para corregir sus errores, al contrario, lo hacen para fortalecer el modelo de producción-consumo.

Es evidente que Hermosillo vive una sequía desde hace décadas, pero esta no es por la falta de lluvia o de la mala administración del organismo operador de agua y alcantarillado, si bien son dos factores importantes tenemos que sumarles también el crecimiento mal diseñado de la ciudad y el reparto inequitativo de agua en todo el municipio, donde más del 90 por ciento del agua disponible va para la agro-industria y para la industria en general.

Parque La Esperanza. Pésima gestión de aguas urbana. Foto: Libera Radio.

Esa misma agua se convierte en agua residual contaminada por gran variedad de tóxicos que se usan en las actividades industriales (los agrotóxicos y la industria minera son el mejor ejemplo de esto) lo cual trae como consecuencia una pérdida en la disponibilidad del líquido para uso humano. Ni hablar de la posibilidad de potabilizarla.

El otro 10 por ciento aproximado que se usa para las ciudades o para el consumo no potable de los seres humanos termina con una gestión tan mala por parte del organismo operador que se desperdicia más de la mitad en fugas. Si a esto le sumamos la pérdida de vegetación en toda la cuenca con una consecuencia directa en las lluvias tanto en la periodicidad, la cantidad y la posible captación por los mantos freáticos, la situación se torna un poco más crítica.

Las dos alternativas que se vienen proponiendo desde hace años por parte de los investigadores/académicos, -una ya en marcha a medias por todo el conflicto que trajo consigo- son soluciones de final de tubería que no van a la raíz del problema, ni proponen un enfoque ecosistémico que ayude a recuperar la cuenca hidrográfica. Las dos son soluciones de tipo hidráulico que nada dicen de reparar los ciclos hídricos, al contrario, tanto el Acueducto Independencia como la Desaladora a mediano plazo agravarán la crisis hídrica en todo el Estado.

Es curioso, Ciudad del Cabo y Hermosillo tienen actividades que requieres mucha agua. La primera con una gran afluente turístico y campos vinícolas, y la segunda con una fuerte dinámica agro-industrial desde el inicio de la cuenca del Río Sonora, en Bacanuchi, hasta la Costa Agrícola. Pero cuando las dos ciudades hablan del día cero, no plantean una modificación en las actividades comerciales. Eso sí, piden a la población tener sensibilidad, mientras el modelo de producción-consumo mantiene sus actividades extractivas y contaminadoras sin dejar de usar una gota de agua menos.

El día cero no tiene una relación directa con la falta de agua, sino con la disponibilidad y el conflicto que se da entre la industria y las poblaciones humanas. Pero así es el sistema. Socializa los costos socio-ambientales con las poblaciones más vulnerables y con la naturaleza. Es parte de su modus operandi. Así es como funciona.

Parque La Esperanza, en Hermosillo. “Reforestación”. Foto: Libera Radio.

El día cero es una verdad a medias. Que existe en todo el mundo una crisis con la disponibilidad de agua es innegable, pero hablar de un día cero en este momento es caer en una parálisis paranoica que no ayuda en nada excepto a los procesos de privatización de las cuencas. Monterrey es un ejemplo de esto: a la par de un discurso mediático de que solo quedan once meses de agua, el gobierno lanza iniciativas de privatizar el Río Catarina, el mayor productor de agua en el municipio.

Las causas de la crisis hídrica están bien identificadas al igual que las consecuencias. Las soluciones no pueden ni deben ser hidráulicas. O son soluciones hídricas basadas en una gestión ecosistémica de nuestras cuencas, de recuperación de nuestros ríos reconociéndolos como parte vital de nuestras vidas y de nuestro quehacer o de plano el día cero se convertirá entonces si en una realidad.

Es fácil: contra la paranoia del día cero. Gestión de cuencas con enfoque ecosistémico.

No hay más. Es fácil. Es lógico. Es sentido común.

 

Jorge Tadeo Vargas @primaindie

Director de Campañas en el Laboratorio de Investigación en Desarrollo Comunitario y Sustentabilidad (Lidecs).