Días del Futuro Pasado 116

Jorge Tadeo Vargas

Hace algunos años, Yayo Herrero, mencionaba en una entrevista que si las zonas de sacrificio cercanas a Madrid amurallaban a la capital del Estado Español para no permitirle ni la salida o entrada de lo que esta ciudad necesita para sobrevivir, Madrid colapsaría en menos de una semana, al no producir nada de lo que consumen, esto solo pesando en los servicios más básicos como es la energía, el agua, los alimentos. Madrid como la mayoría de las grandes ciudades en todo el mundo no son sostenibles, al contrario,son una carga para las comunidades aledañas.

Por otro lado, hace unas semanas, alguien que sigo en la red social antes llamada Twitter, decía que si los intelectuales no salían de las grandes ciudades, no había como poner en marcha mecanismo de sustentabilidad y de protección a la naturaleza. Su argumento, que seguramente no estaba del todo desarrollado, en un espacio que da pocos caracteres para hacerlo, era que los intelectuales, la gente que es consciente de las problemáticas debía dejar las ciudades e ir en busca del paraíso rural.

Estos dos comentarios, aunque contradictorios entre sí dejan claro un punto importante y es que las ciudades conforme van aumentando en población, van en crecimiento de sus necesidades convirtiéndolas en un lastre para las comunidades aledañas, con muy poco o nula aportación a los ecosistemas donde fueron fundadas, al contrario, son las responsables directas de muchos de los deterioros socio-ecológicos, pues son las ciudades quienes más consumen sin devolver nada, sin mecanismo circulares que mantengan los ecosistemas a su alrededor sanos y funcionando. Su aportación es contaminación e impactos socio-ambientales.

Con este texto no pretendo hacer un tratado de urbanismo, ni mucho menos. Tampoco pretendo entrar en polémicas sobre como las ciudades, al menos desde el feudalismo a la fecha, contribuyen más al fortalecimiento de la clase política y económica que a brindar espacios habitables dignos a quienes las sostienen con sus trabajos y sus dinámicas. Sobre esto se ha escrito bastante y el debate aún está abierto por los especialistas en el tema.

Mi pretensión es reconocer que las ciudades, aunque ecosistemas de mosaico, tienen ciertas dinámicas que se pueden rescatar para poner en marcha con el objetivo de que pasen a ser entes sin utilidad real -más allá de servir al sistema de clases- y se conviertan en espacios ecológicos donde las poblaciones humanas puedan converger con otras especies, desde varios enfoques ecosistémicos sostenibles y circulares. Para esto propongo una serie de medidas que pueden transformar una ciudad, incluso convertirlas en espacios naturales, no artificiales como lo son actualmente. Es decir, convertirlas en ecosistemas que confluyen entre sí, con dinámicas ecológicas que nos permiten mantenerlas sanas y funcionales.

El primero a mencionar, desde mi visión es el más importante por todo lo que implica ponerlo en marcha, es un verdadero intercambio circular que rompa con el modelo de producción-consumo extractivo y depredador. Los planes de Basura Cero atacan la disposición final de la basura, uno de los principales problemas de las grandes ciudades, pues se necesitan grandes cantidades de territorio para construir los rellenos sanitarios necesarios para el enteramiento de las cientos de miles de toneladas de basura que se producen o en su defecto la incineración de esta ya sea en hornos cementeros o incineradoras, que al igual que los rellenos sanitarios -o basureros controlados- se encuentran en comunidades pertenecientes alguna zona de sacrificio, con lo que se mantiene esta suerte de racismo ambiental e injusticias socio-ambientales.

Un plan de Basura Cero implica que más del noventa por ciento de la basura, si se lleva la gestión adecuada, puede ser compostada, reutilizada o reciclada, el diez por ciento restante puede ser tratada en un relleno sanitario seco, mismo que por sus condiciones puede ser construido en cualquier parque de la ciudad sin ocupar mucho terreno y sin generar impacto ambiental.

Aquí tenemos tres puntos a favor. La composta puede ser utilizada para mejorar los parques y jardines cambiando el uso de agrotóxicos por materiales que sean más aprovechable. También se puede donar parte de la composta a los agricultores locales o cercanos con lo que vamos mejorando nuestra alimentación y dejando la dependencia a las transnacionales de la agroindustria. Con los materiales a reutilizar se construyen centros comunitarios donde se pueden emplear a mucha gente que trabaje contra la obsolescencia tanto la programada como la percibida, generando una económica local que le da vida a los barrios y comunidades. El reciclaje que no es la primera opción, también aporta en la recuperación de residuos/basura para hacerle frente al modelo extractivo. Desde aquí, solo con un plan de Basura Cero, vamos creando otra forma de relacionarnos con la naturaleza y entre nosotras.

Recuperar los ríos. Una de las características de todas las grandes ciudades -y muchas de mediano tamaño- que pueden ser metrópolis o no, es que se han fundado cerca de algún rio y, si lo pensamos bien, tiene todo el sentido del mundo hacerlo así. Las cuencas son necesarias para el desarrollo de los asentamientos humanos. Sin embargo históricamente, los habitantes de las ciudades se han dedicado a contaminar las cuencas con sus aguas residuales -negras, grises e industriales- a devastar los ecosistemas riparios para el crecimiento desordenado que supone una gran ciudad y a entubarlos en cuanto pueden para convertirlos en canales de aguas residuales, terminando así con todo la cuenca y su ecosistema.

Aquí debemos de poner en marcha políticas publicas con una visión de gestión de cuencas hidrográficas, primero desentubando todos los ríos y sus afluentes, después con la construcción de plantas tratadoras biológicas y físico-químicas que no metan más químicos al río. Estas plantas tratadoras deben de ser gestionadas por la municipalidad cuidando de que la iniciativa privada cambie sus patrones de producción hacia un impacto mínimo, tanto a la atmósfera como a las aguas. Lo tercero es recuperar los ecosistemas riparios o la vegetación de corredor, es decir, una vez que los ríos dejen de estar entubados ahí que hacer una restauración de la vegetación alrededor para así garantizar que se mantendrá la cantidad de agua necesaria para que la cuenca pueda funcionar de forma efectiva, primero como ecosistema (agua verde) y segundo para las actividades humanas (agua azul). Si logramos esto, ecotecnias como la captación de agua pluvial no será necesaria, incluso puede ser perjudicial si se hace cerca de la cuenca, pues una metrópolis se extiende más allá de la cuenca afectando a otros ecosistemas cercanos, muchos de ellos de amortiguamiento, por lo que mantener la cuenca, el rio sano y funcional se reflejará en toda la ciudad. Ojo, el trasvase de agua de cuencas no es parte de la gestión integral.

Si bien en los últimos años se ha puesto de moda los huertos urbanos y proyectos barriales de guerrilla de la jardinería enfocados con el cultivo de alimentos, es importante aclarar que esto no nos va a dar la autonomía alimentaria necesaria para hacerle frente al modelo de producción-consumo capitalista, esta se va a dar de una reconversión total del campo, apostando por la agricultura familiar por sobre la agroindustria, apostar por una relación más cercanos entre consumidores y productores. Desde ahí es que le podemos hacer frente, sin embargo, una guerrilla de la jardinería que vaya encaminada a convertir los parques y jardines de las ciudades en bosques urbanos donde converjan especies de flora y fauna, incluida la humana debe ser el objetivo al que tenemos que apostar. Así tendremos bosques que captaran carbono (justicia climática) ayudaran a que llueva más (justicia hídrica) manteniendo los ecosistemas de las ciudades funcionando. Este es el servicio que deben prestar, la agricultura urbana tiene un sentir más terapéutico y es así como debe funcionar y mantenerse.

Las ciudades son quienes más consumen energía por lo que son ellas las responsables directas de la crisis climática y por más que algunas catastrofistas nos quieran vender el argumento de que no es así y de que todo esta perdido, es importante cambiar primero la matriz energética actual centralizada, de megaproyectos que genera zonas de sacrificio, pobreza energética y más injusticias socio-ambiental y segundo el modelo de producción que se basa principalmente en combustibles fósiles y carbón. Ahí que partir de un nuevo modelo que reconozca las necesidades de las comunidades, pero sobre todo los limites el ecosistema en donde se encuentra la ciudad. No hay una receta tal cual para esto, se debe de hacer desde una profunda revisión municipal, eso si entendiendo que el uso de carbón y combustibles fósiles no puede seguir, pero también que cualquier modelo y matriz no puede partir desde la lógica extractivista.

Estas son cuatro estrategias de muchas otras que si bien no resuelven de todo las problemáticas que ocurren en una ciudad, como son seguridad, transporte entre otras que bien podríamos dedicarle muchas más páginas, si dan pie a ir convirtiendo las metrópolis en ecosistemas capaces de funcionar sin la necesidad de crear zonas de sacrificio para ello. Son estrategias fáciles de implementar con voluntad política e involucramiento comunitario.

Entiendo que esto no es fácil y que el capitalismo tardío es un obstáculo duro de vencer, pero con un fortalecimiento de los municipios desde una democracia directa, barrial y comunal, digamos que una especia de municipalismo libertario como el propuesto por Murray Boockchin en toda su teoría de la ecología social es posible de lograr. Solo hay que quitarle fuerza a la federación, en una actuar local por sobre la obediencia a las políticas federales que no toman en cuenta la diversidad de comunidades que componen una ciudad o una comunidad y desde ahí partir.

Se lee complicado pero cientos de ciudades que componen la red de ciudades basura cero en todo el mundo, las ciudades que han recuperado sus ríos, las cooperativas de energía comunitarias y muchos otros proyectos nos dicen que ese otro mundo posible se sigue construyendo desde abajo, desde la comunalidad, sin la necesidad de grandes reflectores que alumbren y los pongan como ejemplo, esto es un camino de todas en colectivo.

Agosto 2023

Desde Ankh-Morpork en el exilio

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.

En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas