La calidad de liderazgo político se refleja directamente en la gestión de un gobierno. Una gestión democrática necesita de liderazgos democráticos; el problema sucede cuando esperamos resultados democráticos del ejercicio de liderazgos autoritarios. Que sería tanto como pedirle, peras al olmo.

Gobernador de Oaxaca Gabino Cué

Gobernador de Oaxaca Gabino Cué

Por: Lizette Sandoval.

Los liderazgos políticos no difieren en gran manera de un liderazgo común, ambos requieren de habilidades de comunicación interpersonal, persuasión, negociación y capacidad de movilización; la diferencia reside en que el fallo del líder afecta a toda una comunidad, pueblo o nación y no es solo esté el que pierde credibilidad, sino toda la institución a la que representa. La autoridad del líder político para ser efectiva no debe emanar del cargo sino de sus convicciones, conocimientos y valores.

Desafortunadamente nuestros gobernantes regularmente olvidan que el líder político es un servidor público y debe orientarse por una filosofía de servicio. Es por eso que no todos los políticos son líderes.

El liderazgo Político se define como “…el conjunto de actividades, relaciones y comunicaciones interpersonales, que permiten a un ciudadano movilizar personas de una organización, comunidad o sociedad específica, de manera voluntaria y consciente, para que logren objetivos socialmente útiles”. Un verdadero líder no necesita la violencia para ejercer el poder; si el dialogo y la negociación fallaron en el conflicto con la CNTE en Oaxaca, entonces el liderazgo también y eso no se limita a solo una persona o institución.

Aunque los grupos magisteriales tampoco tienen derecho de afectar la vida del resto de los ciudadanos, la planificación y el orden en las medidas de contención no tendrían por qué arrojar muertos. Aun así hay que reconocer que la reforma educativa es una reforma que más que plantearse el combate al rezago educativo, se plantea una cierta administración de la educación cuyos fines no atacan directamente los principales problemas de la educación en México.

Falta de liderazgo

Falta de liderazgo

Para analizar que falló (y falla regularmente) en el manejo de crisis de los gobiernos mexicanos basta con desmenuzar la calidad de los liderazgos políticos. El PRI en México regularmente tiene su propio sello, un liderazgo autoritario y represor forjado en las fauces de la pos-revolución y el asentamiento de los caudillos, la manipulación de una masa trabajadora y analfabeta, posteriormente la represión de movimientos opositores al régimen hegemónico y una guerra sucia debajo del agua contra medios de comunicación y grupos contestatarios.

Cuando se alcanza la alternancia en el sistema de partidos, los gobernantes intentaron utilizar una careta “democrática”, pero el estilo de liderazgo que define al partido nunca cambio, simplemente se sacudió un poco y no por una necesidad de mejora, sino por recuperar votos y poder. El gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, aunque ganó con una coalición de partidos opositores viene de una escuela priista.

El liderazgo autoritario nace sobre la base de que los pueblos requieren conducción fuerte y protección ante amenazas externas o internas, se pretende rectorar la vida social desde la autoridad, dada esencialmente por las armas y asentada en el temor. Estos liderazgos generalmente sustituyen o absorben las instituciones, inducen un alto grado de arbitrariedad en la conducción política y propician la exclusión de importantes sectores de población. Un líder es autoritario cuando es incapaz de gobernar sin la autoridad, es incapaz de hacer consensos porque esto le produce inseguridad. ¿Les suena familiar?

Es un líder inseguro y con habilidades limitadas, la incapacidad para realizar acuerdos es la peor maldición para un país que aspira ser democrático.

Los gobiernos del PAN y PRD también han demostrado que pueden ser autoritarios. ¿Sera el sistema político que los contagia de semejante arbitrariedad? En efecto, es el diseño institucional lo permite y colabora con ello, ni siquiera el relativamente nuevo fenómeno de los gobiernos divididos ha podido consolidar la importancia de la negociación entre gobierno y grupos civiles. Vale la pena también preguntarnos sobre la preparación y educación que tienen los políticos en materia democrática. Si son líderes preparados con estudios de posgrados y la mayoría estudiados en otros países ¿Por qué impera en sus ejercicios la cultura autoritaria?. Habría entonces que preguntarnos sobre los ejercicios democráticos que suceden regularmente al interior de los partidos, si es que lo hay. ¿Son los hilos de los partidos los que mellan la cultura democrática?

Nuño: Imposición

Nuño: Imposición

El liderazgo democrático está basado en la negociación y concertación como condición para la inclusión de las mayorías en el sistema político y ciertamente no es fácil, si no te desarrollas en contextos que lo promuevan.

¿Cuáles son los rasgos que requieren desarrollarse en los líderes democráticos?

a) Actuar basado en el diálogo y convencimiento, no en la imposición.

b) Reconocer cuando algo falla o sale mal, asumiendo las consecuencias para poder realizar los cambios pertinentes y que el costo social se aminore.

c) Articular la diversidad que caracteriza toda organización humana, más aún, permitir la diversidad de enfoques y metodologías como un factor de crecimiento y aprendizaje.

d) Respetar el liderazgo de los demás.

e) Expresar valores concretos: no es democrático sólo por lo que dice o por la metodología que aplica; lo es porque expresa en sus relaciones humanas y en su comportamiento valores profundamente democráticos, como la tolerancia, el pluralismo, etc.

f) es interdependiente: en este sentido, reconoce que los demás son importantes para la consecución de los objetivos del país. Practica la empatía y se concibe como un servidor público, entre otras cosas.

En el ejercicio del liderazgo conviven las capacidades del líder y las condiciones históricas Dicho de otro modo, en el liderazgo político contemporáneo confluyen los valores sociales imperantes y las capacidades o aptitudes personales para encarnarlo. De la habilidad que tenga el líder para poner sus condiciones naturales y sus capacidades aprendidas al servicio de los fines de la sociedad de que se trate, dependerá que ese liderazgo sea legítimo y eficaz. Si la historia, el diseño institucional y la formación de los líderes apuntan al autoritarismo, no podemos esperar prácticas democráticas de calidad.