Primero de mayo, Día internacional del trabajo

L@s trabajadores asalariados mexicanos representan el 72% de la fuerza laboral y sin embargo perciben por salarios el 27% de la riqueza producida durante 2023, mientras que las ganancias del capital alcanzan el 66%; esto contrasta enormemente con el año de 1976 cuando los salarios representaba el 41% del Producto Interno Bruto. El reparto tan desigual de la riqueza, entre los salarios y las ganancias, es la razón del por qué México es uno de los países con mayor desigualdad social en el mundo y con altos niveles de pobreza, a pesar de ser la doceava economía. Y esta enorme desigualdad y pobreza es el principal resultado de las políticas capitalistas neoliberales implantadas desde 1982.

Se han dado algunos pasos por aminorar esta gran pobreza heredada del neoliberalismo con los programas sociales (apoyos a adultos mayores, becas estudiantiles, etc.) y con los aumentos al salario mínimo. Sin embargo estos son insuficientes y no combaten de raíz los grandes males y calamidades que padece nuestra nación. Al salario mínimo aún le falta por recuperar el 32% del poder de compra que tenía en 1982. El salario contractual sigue prácticamente estancado en términos reales, crece en estos últimos cinco años en un insignificante 1% (0.20% anual) y es el más deteriorado: le falta aún por recuperar el 50% de su poder de compra. El salario medio de cotización se encuentra 20% por debajo de lo que tenía en 1982. Una familia promedio necesita 2.1 salarios mínimos para cubrir apenas la línea de pobreza, en marzo de 2024 pero el 69% de los trabajadores afiliados al IMSS (15.3 millones de un total de 22.3 millones) tienen un salario de cotización menor a
2 salarios mínimos y se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Mas trágica es la situación de los trabajadores que están en la informalidad y al no estar inscritos ni en el IMSS ni en el ISSSTE es mayor la precariedad del trabajo: son 32.5 millones, cifra mayor que la de los trabajadores formales, laboran sin prestaciones, carecen de seguridad social, tienen jornadas de trabajo extenuantes, con menores salarios y muchos de ellos laboran sin contratos y carecen de representación sindical.

La gran mayoría de los trabajadores se encuentran totalmente desprotegidos por la Ley Federal del Trabajo y funcionan como un ejército industrial de reserva del capital presionando a la baja a los salarios en el empleo formal. La mano de obra barata en México es lo que atrae fundamentalmente a la inversión extranjera y al llamado nearshoring, porque el salario por hora en la industria manufacturera en Estados Unidos es 6.7 veces mayor que el de México. Esto explica la gran emigración
mexicana y de otros países a los Estados Unidos.

El actual modo de producción, consumo y distribución prevaleciente en México es plenamente incapaz de generar empleos dignos con menores jornadas de trabajo, mejores condiciones de trabajo y de salud y con salarios y pensiones dignas. Pero si
es capaz de enriquecer a los más ricos. Los grandes magnates financieros, los que tienen fortunas superiores a mil millones de dólares, las aumentaron en estos últimos cinco años y las utilidades de los bancos (que pertenecen a estos magnates)
rompieron récord en 2023. Este modelo productivo que humilla al trabajo y enaltece al gran capital financiero requiere ser transformado por uno nuevo, más justo, que dignifique realmente al trabajo que fue un gran objetivo de la Revolución Mexicana con el artículo 123 constitucional.

El neoliberalismo, la expresión más salvaje del capitalismo, persiste en nuestro país. El actual gobierno se propuso combatir el neoliberalismo y realizar una profunda trasformación social del tamaño e importancia de las tres anteriores grandes gestas
revolucionarias como fue la Independencia Nacional de 1810 con Hidalgo, la Reforma con Benito Juárez y la Revolución Mexicana de 1910. Una gran trasformación social, económica, política y cultural que prosiga la lucha liberadora de nuestro pueblo y emancipe a la clase trabajadora y a la nación es necesaria, pero solo será posible con la participación democrática de los propios trabajadores. Una verdadera trasformación requiere en principio invertir la relación de propiedad para que predominen el sector público y el sector social democratizados y se apoye a los pequeños y medianos productores de la ciudad y del campo. Esto significa impulsar la lucha por un programa democrático de nacionalizaciones con administración
popular de industrias y ramas económicas estratégicas y prioritarias para la nación y por un programa nacional de fortalecimiento del sector social de la economía, de las cooperativas y de la producción ejidal y comunal. El neoliberalismo privatiza, desmontar el neoliberalismo es desprivatizar.

Los gobiernos neoliberales en México y en el mundo han sido incapaces de generar empleos dignos. Esperan que el capital privado los genere, antes por el TLC y ahora por el TLCAN y el nearshoring. La Constitución Mexicana instruye a confeccionar un Plan Nacional de Desarrollo, pero los gobiernos no confeccionan Planes de Empleo. Para los gobiernos es más fácil dar algunos apoyos monetarios a sectores de la población desamparados que en brindar e impulsar empleos dignos porque esperan que el gran capital los genere. Y por su parte estos grandes capitalistas demandan que el gobierno no se meta en crear empleos porque, dicen, no es su función y exigen que el estado no se meta en la economía ni posea empresa públicas.

Un Plan Nacional de Empleo Digno que incluya la generación de empleos de calidad, con reducción de la jornada laboral, mejores condiciones de trabajo y de salud, y con salarios y pensiones dignas y desprivatizadas es imperioso para el país
como lo es el cambio del modelo económico actual que ha fracasado en generar empleos y lograr la justicia social. Este Plan Nacional de Empleo Digno debe ser delineado y elaborado por los propios trabajadores y financiado con recursos
provenientes de una reforma fiscal progresiva, de un impuesto a las grandes fortunas y de la suspensión del pago de la deuda pública y en especial del Fobaproa-IPAB.

El neoliberalismo ha hecho de México un país más dependiente y menos libre y soberano. Desmontar el neoliberalismo es luchar por la independencia nacional y por la solidaridad y la paz entre los pueblos y erradicar toda agresión y opresión
imperialista, como es el genocidio en Palestina.

Los trabajadores mexicanos, junto con los campesinos, acabaron con la dictadura de Porfirio Diaz y demás explotadores aliados con el imperialismo de la época; y con el triunfo de la Revolución Mexicana reivindicaron el derecho al trabajo digno en el artículo 123 de la Constitución. Este es el derecho de las y los trabajadores frente al abuso y la opresión del capital, es el derecho a salarios remuneradores, a organizarse en sindicatos, luchar por medio de la huelga y plasmar conquistas mayores en contratos colectivos. La expropiación petrolera así como la nacionalización y administración obrera de los ferrocarriles fueron realidad por la gran participación y lucha combativa de los trabajadores y sus sindicatos. En estas gestas históricas y
profundamente transformadoras el sindicalismo mexicano inscribió en sus banderas: ¡Por una sociedad sin clases!

Fuente: https://nomasdeudapublica.org/