Isabel Dorado Auz

El próximo mes tendremos la elección del Comité Ejecutivo del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora, STAUS, y se prevé que Sergio Barraza intentará imponer el método electrónico que tan buenas cuentas le ha dado.

Quien controla el algoritmo controla la elección. Por lo mismo, tratará de no arriesgarse a una votación en urnas y podría justificarse, nuevamente con la presencia del COVID, un virus que llegó para quedarse, tal y como quiere perpetuarse Barraza como dirigente sindical, ya sea compitiendo o impulsando a otra persona que le permita mantener el control sindical.

De permanecer el actual grupo sindical, nos quedará la certeza que poco o nada vamos a lograr en nuestras revisiones salariales y/o contractuales. Seguirán las autoridades universitarias ninguneándonos mientras puedan acordar con Barraza migajas para su grupo. Continuará la programación anual que provoca un desequilibrio en la oferta laboral y que afecta principalmente a los maestros de asignatura. En el semestre que inicia se logra programar a la mayoría, pero en el siguiente semestre es una verdadera calamidad, ya que algunos se quedan sin ser programados. No solo eso, por el lado estudiantil hay una queja permanente de que no se abren los grupos suficientes y no logran inscribirse en el número de materias que les toca cursar, lo cual alarga considerablemente su estancia en la Universidad de Sonora.

Permanecerá también esa imposición de alargar 5 años el periodo para poder jubilarnos. A pesar de que ahora pagamos más y el servicio ISSSTESON sigue siendo deficiente. Además, la autoridad universitaria sigue negándonos años de antigüedad que si reconoce el ISSTESON. Seguirán acumulándose demandas temporales que se van olvidando con el tiempo, porque nunca tuvieron solución. Los grandes sueldos de la burocracia dorada, la contratación de “asesores”, jubilados con un gran sueldo, la demanda justa de vivienda que se ha ido posponiendo, etc.

Se abre una oportunidad con las nuevas leyes laborales que “obligan” a las organizaciones sindicales a ser más democráticas.  Por ello, quienes queremos de verdad un cambio en la dirección sindical, debemos promover la elección en urnas con o sin el apoyo de la dirigencia sindical. De la misma forma, debemos organizar un movimiento que se fortalezca en el tiempo, con metas muy claras para la elección de septiembre y para la siguiente dentro de dos años.

No tenemos la dirección sindical que realmente merecemos. Es tiempo de pedirles a Sergio Barraza, Francisco Javier Parra e Ismael Minjarez que se jubilen y dejen de hacerle daño a nuestra institución sindical. Urge un relevo con ideas más innovadoras que nos permitan tener quorum en nuestras Asambleas Generales, que haya una verdadera vida sindical en las delegaciones y que, en resumen, se viva una verdadera democracia sindical.

Septiembre ya está a la vuelta de la esquina, ¿seremos capaces de construir una alternativa que nos permita decirle adiós al grupo que ha detentado el poder sindical por décadas?, ¿seremos capaces de romper el binomio autoridad-dirección sindical para que nuestras demandas sean verdaderamente tomadas en cuenta?

Se puede, si realmente lo intentamos. Un pequeño puñado de profesores, del grupo Ciencia y Sociedad, logró lo impensable, que se aceptara la desaparición de la Junta de Gobierno, que ya había aceptado la dirigencia sindical en noviembre del año pasado.

isabel.dorado@unison.mx