Jorge Tadeo Vargas

Hace algunos años en un foro sobre justicia climática organizado por la Fundación Boell, Carlos Gay, un investigador meteorólogo de la UNAM, presentó una serie de proyecciones sobre lo que nos deparaba el futuro con respecto a los cambios en el clima y todo lo que esto conlleva. Ninguna de ella era alentadora y la mayoría presentaba un panorama mucho mas desesperanzador que las proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), al cual el Dr. Gay había renunciado un par de años antes de este foro.

Ante el panorama que nos presentaba, la pregunta obligada era por qué el IPCC no estaba mostrando los datos reales, sino maquillados, al final, son datos que ya de por si son lo suficientemente contundentes para que los gobiernos decidieran lograr acuerdos vinculantes en los global y lo local y así contrarrestar la crisis climática. La respuesta del investigador fue muy clara. En las reuniones internacionales, donde los gobiernos tienen que tomar decisiones que pueden afectar las económicas, no buscan los hechos, sino aquello que sea políticamente posible de lograr, no solo pensando en la posibilidad de negocios que esto conlleva, sino porque tomar los datos de forma precisa es reconocer su culpabilidad ante las problemáticas y eso es algo que no va pasar. En todas las crisis socio-ecológicas que estamos viviendo no existe una diferenciación entre los culpables, claro a veces algún presidente de un país del Sur Global mencionará algo al respecto, pero en el total del discurso los gobiernos, las corporaciones y la ciudadanía tienen la misma responsabilidad, además que corresponde en mayor medida a las ciudadanas hacer los cambios necesarios para detener dichas crisis, así los gobiernos y las transnacionales pueden hacer negocio maquillando de verde el capitalismo, pero sin modificar en lo más mínimo el modelo de producción-consumo.

En estos momentos el cambio climático ha dejado de ser el objetivo principal dentro de las agendas internacionales, el momento que estamos viviendo esta muy alejado de las proyecciones del IPCC y muy cercanas a las del Dr. Gay, lamentablemente, porque estamos ante una problemática mayor que la presentan los medios, sin embargo han encontrado un nuevo objetivo, el cual no necesariamente está representado por la problemática real y me refiero a los plásticos.

Previo a la pandemia ya comenzaba a sonar en los medios el problema de salud ambiental que teníamos encima con la cantidad de plásticos que se estaban produciendo y usando. El cierre de la frontera China a la llegada de este material de otros países hizo que se hablará aun más sobre lo que esta ocurriendo y de pronto era la única problemática socio-ambiental que importaba; las ONGs comenzaron a “trabajarlo”, se hicieron cientos de informes al respecto, miles de artículos científicos en todo el mundo iban dejando claro todo el riesgo que estamos viviendo y ante esto es que, como siempre ocurre, desde arriba, desde los gobiernos deciden comenzar a reunirse para  “buscar una solución al problema” y así nace el Tratado Global de Plásticos que en relativamente muy poco tiempo se han reunido ya tres veces -están a punto de tener su cuarta reunión- para ver como se enfrentan a este problema.

Como siempre ocurre en estos casos, desde el Tratado Global de Plásticos, al igual que en los Conferencias de las Partes sobre Cambio Climático, lo que se busca es encontrar las salidas que son políticamente posibles, aunque estas no sean las que se necesitan, por lo que tenemos que en estas reuniones el cabildeo de la industria es tal que incluso en le ultimo informe que se presentó, la solución al problema no es dejar de producir plástico, sino el reciclaje, incluido en esto el uso de plásticos como combustible en la industria cementera (reciclaje energético le llaman ahora) dejando fuera toda la evidencia que dice que el reciclaje no solo no es una solución sino que agudiza el problema a potencializar los tóxicos que lleva el plástico. De nuevo estamos -como lo ha sido con el cambio climático- ante una postura por parte de los gobiernos donde priorizan las ganancias, socializando los costos con la naturaleza y las poblaciones más vulneradas por el modelo.

Esto es más que claro. La postura no es dejar de producir un material que en este momento las evidencias científicas son contundentes antes los impactos a la salud humana y ambiental que provoca, sino buscar salidas de final de tubería, esas son las discusiones que se dan en estas reuniones, que de nuevo, después de tres, no han logrado llegar acuerdos, ni vinculantes, ni de  ningún tipo, eso sí, ya se plantean los créditos plásticos queal igual que el mercado de carbono en temas de crisis climática, estos son la forma de aprovechar para maquillarse de verde mientras siguen haciendo negocios.

Ante esta situación, donde los gobiernos, las ONGs cómplices y el cabildeo de las corporaciones transnacionales buscan lo que es políticamente posible, para así mantener esta capitalismo tardío que claramente sigue estirando su propia mutación hacia un neofeudalismo aún más salvaje, no queda más que exigir lo imposible, por la simple razón que lo que ellos proponen no sirve, no esta apegado a la realidad, sino a un maquillaje que de cierta forma solo funciona en medida de lo que el sistema y su modelo de producción-consumo necesitan.

En mayo del ’68 los activistas pedían ser realistas exigiendo lo imposible, en los noventa, desde el movimiento por la justicia global se exigía otro mundo donde cupieran muchos mundo; actualmente con los movimientos cooptados por la agencias internacionales y las ONGs cómplices, todo parece indicar que a lo mucho que podemos aspirar es lo que ellos quieren: maquillas su destrucción, pintándola de verde, mientras que la naturaleza y las poblaciones más vulneradas siguen asumiendo costos con todo lo que esto conlleva. Al final, las fronteras virtuales que dividen las zonas de sacrifico, las zonas de extracción y privatización de los territorios/ecosistemas están tan definidas que a veces cuesta ver la realidad de lo que esta pasando en esos lugares. Exijamos lo imposible, porque lo posible no es suficiente para garantizar la supervivencia.

Desde la rebelión contra la extinción

Febrero, 2024

Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco