Por Jorge Tadeo Vargas

El gobierno mexicano se prepara para asistir a la cuarta reunión del Tratado Global de Plásticos, a celebrarse en Ottawa, Canadá, donde se espera se llegue finalmente a un acuerdo que sea políticamente posible de cumplir; reunión en la que México, como muchos otros países del Sur Global, tienen un papel protagonista especialmente en el final de la cadena de vida-muerte de los plásticos, es decir, en la disposición final de los mismos. Aquí ya estamos jugando un protagonismo importante, al menos con respecto a lo que recibimos proveniente de otros países en materia de residuos plásticos pues, como lo muestra la investigación hecha por la colectiva Malditos Plásticos, en los últimos diez años se ha cuadruplicado la cantidad de residuos que estamos recibiendo, principalmente de Estados Unidos.

En esta investigación, dicha colectiva que está formado por ONGs como Fronteras Comunes, Asociación Ecologistas Santo Tomás, Acción Ecológica entre otras, muestra que tan solo en el 2023 entraron al país más de doscientas mil toneladas de residuos plásticos provenientes de Estados Unidos, principalmente del estado de California, además que al hacer el comparativo entre la información obtenida de los dos países, existe un vacío de más de quinientas mil toneladas entre lo que reporta el gobierno de los Estados Unidos y lo que reporta el gobierno de México, por lo que es importante ahondar en este vacío para tener mayor transparencia sobre lo que está entrando a México, de una de las problemáticas que más preocupan en la actualidad por los múltiples daños a la salud ambiental y humana que estos residuos provocan en todo su ciclo de vida-muerte.

Cabe señalar que, sin ser un factor para el fracaso de la tercera reunión del tratado global de plásticos, el cabildeo hecho por la industria cementera llegó hasta el punto más alto de las negociaciones, pues el documento presentado por la Organización de las Naciones Unidas como documento base para la discusión, presentaba las “bondades del coprocesamiento” como la disposición final de estos residuos. Esto no se puso a discusión de forma tajante en las mesas, a pesar de existir la evidencia científica necesaria que rebate el co-procesamiento como una forma de reciclaje o de gestión de residuos, esto por los graves impactos que genera en las comunidades cercanas a las plantas cementeras donde se practica esta forma de producir energía.

Reconociendo lo anterior, es muy probable que el cabildeo cementero se mantenga presente en las negociaciones, por lo que es muy probable también que sea uno de los pocos acuerdos a los que se lleguen en esta reunión, la cual está muy trabada por asuntos más de política que de hechos científicos, como ocurre en reuniones de este tipo: la Conferencia de las Partes sobre cambio climático es el mejor ejemplo de esto.

Por otro lado es importante mencionar que aunque la postura de México parece ser la correcta, pues intenta -en papel- ser vinculante, sensible con los derechos humanos, la protección a la naturaleza Pero quienes representan al gobierno mexicano, que es la Secretaria de Relaciones Exteriores, no tiene la validez oficial para que esta postura sea realmente vinculante, por lo que la postura es más de aparentismo que de una preocupación real, especialmente si observamos la investigación hecha por la colectiva Malditos Plásticos, que muestra claramente que la intención del gobierno mexicano es convertirse en el patio trasero del Norte Global, principalmente de Estados Unidos, en materia de residuos plásticos y para lo cual la industria cementera ya levantó la mano en una mala y dañina reconversión del uso de energéticos. Aquí la dependencia que debería estar representando al país es la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, quienes son los responsables directos de regular y prevenir los daños a la naturaleza por actividades antropogénicas.

Como siempre ocurre en problemáticas socio-ambientales; una de las propuestas que ha nacido desde este tratado global es, tomando el modelo de los bonos de carbono que tanto daño han hecho en la búsqueda de alternativas reales a la crisis climática, poner en marcha los bonos o créditos plásticos,  los cuales ya son una realidad y que vienen a entorpecer aún más las soluciones de raíz para lo que estamos viviendo. Dichos bonos, con un mecanismo de acción muy similar a los de carbono, – llámense REDD, MDL, etc, etc –  

Aunque en papel buscan sostenerse en la práctica ciudadana y el apoyo comunitario, no son más que una solución de final de tubería que solo agravará más la problemática pues, aunque estos bonos van muy de la mano del reciclaje -una práctica ya comprobada que perjudica más de lo que beneficia- deja de lado aspectos económicos (compra-venta de los plásticos), el mercado, la demanda y aunque estos parecieran ser aspectos meramente economicistas, importan a la hora de mantener esta falsa idea de la economía circular dentro de un modelo de producción-consumo que sostiene un sistema capitalista.

Si desde hace varios años ya investigadores en todo el mundo han comprobado que los bonos de carbono no han servido para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y que la crisis climática en vez de ir disminuyendo aumenta considerablemente, no se entiende, salvo si la vemos desde la lógica del mercado, porque los países participantes del tratado global de plásticos están apostando por un modelo muy similar.

Desde la colectiva Malditos Plásticos, así como otras alianzas a nivel global, la propuesta es la reducción al máximo del uso de los plásticos, esto incluye la cero producción de los plásticos de un solo uso, además de modificar la producción actual, dejando de usar sustancias químicas que son altamente tóxicas. Esta acción, que no busca terminar de tajo con la producción de plásticos, es políticamente posible. Tal vez no termina con la raíz del problema, pero avanza hacia una solución más allá de las propuestas por los cabilderos que están buscando como hacer negocio de esta problemática pintándose de verde.

El modelo de reuniones globales, llámense conferencia de las partes, tratado global, cumbres internacionales, ya está rebasado, no sólo para tomar acuerdos desde los gobiernos en la búsqueda de la protección de los derechos humanos y la naturaleza. No funcionan, son espacios idóneos para los cabilderos de las corporaciones transnacionales que son quienes se benefician desde el sistema y desde la representación de la ciudadanía, pues no deja de ser más que una oportunidad de hacer turismo, siendo poca o nula la incidencia que se tiene en esos espacios. Podemos decir lo mismo de las resistencias que toman las calles para protestar.

Estamos muy lejos de aquellos años del Movimiento por la Justicia Global y las resistencias globales, las cuales han mutado a un montón de organizaciones que no tienen la capacidad real, ni en lo global, ni en lo local de lograr verdaderos cambios, esto por una simple razón: están muy alejadas de las comunidades en la acción real y con esto no me refiero más que hay un vacío entre lo que estas organizaciones dicen y las necesidades de las poblaciones afectadas y la naturaleza.

Desde el (auto)exilio en Klatch City

Abril 2024

Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.

Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.

A veces viaja a Mundodisco