Alejandro Valenzuela/Punto Crítico

Me gustó mucho el llamado que hizo Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente López Obrador, para que los políticos no utilicen a los familiares en las campañas políticas. “Jueguen limpio –les pidió. Quizá es mucho pedir. Pero como mexicana, rechazo que los familiares sigan siendo ‘daños colaterales’”.

Hay que recordar que hace muy poco, su hijo menor de edad fue sometido a una intensa campaña de burlas nada más por ser el hijo del presidente. Ahora, que el hijo de la candidata opositora fue exhibido en los medios en un video de hace un año, Gutiérrez Müller tuvo la entereza de mandar este mensaje: “Saludo y abrazo a Juan Pablo: como adulto, igual que yo, lo que tengas que corregir que te lo dicte tu propia conciencia, como debe ser… Que te vaya bien en la vida es mi deseo. Reciban todas estas víctimas mi solidaridad. ¡Basta!”.

Luego agregó: “Por más que quieran vincular de un lado u otro a los consanguíneos, para beneficiar o perjudicar a alguien por cuestiones políticas, el problema no es con ellos. Los familiares no somos responsables de los actos de ellos”.

Por fin, un atisbo de cordura en esta campaña donde el lodo y la guerra sucia son de ambos lados, aunque los partidarios de C sólo lo puedan ver en X y los partidarios de X sólo lo puedan ver en C.

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