Luis Enrique Ortiz
Carín León, orgullo de El Sahuaro, tiene el don de atraer masas, no esconde partes muy privadas de su vida bajo una sotana, fue multi linchado por decir en uno de sus conciertos -aquí mismo en Hermosillo, Sonora- algo que ya se sabía y que ciertamente es propio del medio de la farándula, nada más y nada menos que un micro cosmos resultante de una combinación de la virtud griega, el materialismo de Babilonia, la diversión de Sodoma y Gomorra y la adoración del becerro de oro de los tiempos del Éxodo.
En este microcosmos de “sexo, droga y rocanrol corridos tumbados”, Roma prefiere estar tras bambalinas, moviendo los hilos del mundo del pan y el circo. Pero como dijo la Nana Goya: “esa es otra historia”. De la ferias ganaderas que se ocupe la historia y en su caso las evidencias.
La gente no debe ser criminalizada por consumir tal o cual cosa, a menos que quiera vivir como ente del norte de México dentro de una comunidad vegana que adore las vacas.
Todo lo demás está bien y como dicen en Tepic que dijo, Alejandro Gascón Mercado: “a cada uno por donde le guste” y de ahí salió una frase muy propia de los habitantes de Santiago Ixcuintla, que el tecleador no puedo transcribir de manera textual y con redacción cursi pierde fuerza narrativa, así que mejor adivinen: “muy su c…”.
Ciudades como Hermosillo, las otras 30 capitales de los estados del país y por supuesto la Ciudad de México, sufren masivamente todo tipo de adicciones, en las que se incluye de manera preponderante el consumo de cocaína, droga prohibida legalmente en México y casi todo el mundo.
Se consume entre las élites adineradas del “candy reach” y la clase política, artística y religiosa de cada centro urbano y en no pocos entornos, se le considera motivo de estatus.
Más que nada, la coca es el antidepresivo de los que pueden pagarlo, pero -por definición- su principal efecto, la euforia, no dura mucho y hay que comprar más.
Al final el vacío existencial o la perturbación sicológica que te empuja al consumo, sólo se llena con dinero. Otras cosas también, pero esta es peor.
El perico, como la bautizaron los colombianos fue hasta hace muy poco el foco de la lucha contra las drogas que le impuso Estados Unidos al mundo, hasta que la desplazó el cristal y más recientemente el fentanilo. Pero sigue siendo ilegal.
Actualmente a los Estados Unidos debe estar entrado cocaína por todos lados, o no se explicaría de otra manera que sea el tercer consumidor, sólo superado por España y Albania.
Pero hubo un tiempo en que no era muy sencillo ingresar clorhidrato de cocaína al vecino del norte, por lo que los carteles mexicanos que traficaban para los sudamericanos debieron abrirse mercado en México.
A principios de los años 90, estados como Sonora, dejaron de ser un espacio de tránsito de narcóticos hacia Babilonia La Grande y se convirtieron en consumidores, primero de coca y después poco a poco de meta anfetaminas o cristal. También se han registrado casos de consumo de fentanilo.
Hasta este punto nos ha traído la prohibición de Ronald Reagan de los años 80, contra las drogas. El asunto que sí, es ya muy común el consumo de coca en las grandes ciudades de México, y en no pocos espacios su uso es motivo de reconocimiento, riqueza y poder.
El tecleador no se quiere imaginar cómo será la cosa en Albania, que con poco menos de 3 millones de habitantes (la población del estado de Sonora), se meten ellos solitos el 2.5 de todo lo que se consume en el mundo. En Estados Unidos, 2.3% del total mundial, la cosa se diluye entre un población 111 veces mayor.
México ni siquiera aparece entre los principales 20 consumidores y sin embargo, es tan normal hablar y saber de perico.
Cada vez va siendo también más normal la ingesta vía aérea de coca entre clérigos, no sólo de la iglesia católica, pero se notan más en esta por ser México 80% de esta versión de la fe.
Oscar León, no se asume como salvador de nadie y considera normal que en el mundo donde trabaja, se consuman drogas como alcohol o cocaína. Cada quién debe ser libre de elegir (de preferencia de manera informada y consciente) de meterse lo que quiera, fuera de lugares con niños y cosas así.
Si un obispo, que sí dice que viene a salvarnos, pero bebe mucho más que vino de consagración, usa viagra y se mete perico para practicar sodomía, hace lo que hace ¿significa que no tiene derecho a meterse lo que quiera?
Sí lo tiene, pero no debe ser cura, porque no se puede hacer votos de celibato y tener sexo, con todo lo antinatural que es la castidad forzada, no puede predicar contra los pecados capitales si los comete todos o casi todos, no puede estar junto a los niños a solas porque no sabes que otras mañas tiene y en la iglesia hay cientos de casos de pederastia, por ejemplo.
Un sacerdote, pero más un líder del sacerdocio, contrario a un “rockstar”, sí debe ser un ejemplo de virtud, pureza que no castidad, congruencia con los postulados de la fe que profesa y sobre todo transparente, sin embargo, esas sotanas esconden muchas dobles vidas, que no le agradan al Dios que dicen servir.
¿Mandarías a tus hijos al catecismo con un obispo metodista, es decir que se mete de todo?
Publicado en: https://www.facebook.com/luisenrique.ortiz1
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